Agua potable

El agua es un elemento esencial para la vida, conforma el 70% de nuestro cuerpo y  su carencia durante más de cinco o seis días produce la muerte. Su acceso es también determinante para la higiene cotidiana y para la salud. A través del agua no tratada se transmiten enfermedades infecciosas y parasitarias, desde las diarreas, que afectan más gravemente a la infancia, a la esquitosomiasis, que afecta a todos los grupos de edad  cuando realizan actividades en contacto con agua infestada por los nematodos que la producen.

La gestión del agua potable implica un importante esfuerzo físico cotidiano que se desarrolla durante un tiempo variable y que ha estado a lo largo de la historia en manos de mujeres y niñas. Se estima en un 9% la población mundial que todavía no tiene acceso a agua potable, pero entre la mayoría que sí la tiene, hay un 37% que no la pueden obtener en sus domicilios a través de una cañería, sino que deben desplazarse al punto correspondiente de agua potabilizada, una labor que la siguen haciendo mujeres y niñas. África Subsahariana concentra la mayor concentración de personas sin acceso a agua potable, que en cifras brutas suman más de 320 millones.

Las Naciones Unidas estiman necesario un mínimo de 40 a 50 litros disponibles por persona y día, aunque es muy variable su disponibilidad real entre poblaciones.

En las poblaciones más favorecidas, empresas e instituciones han asumido la gestión de esos servicios a través de grandes infraestructuras, cuyos costes son inalcanzables para las poblaciones más pobres y reflejan la desigualdad de género en las sociedades donde ocurre, pero también la desigualdad socioeconómica entre poblaciones y países.