Tintas negras (I): la tinta de carbón
II Los colores de las tintas
Los primeros textos escritos con tinta (los jeroglíficos egipcios de Umm el-Qaab, hacia 3200 a.n.e.) fueron escritos con tinta de carbón.
Como su nombre indica, estas tintas tienen como componente base el carbón, generalmente vegetal. Su preparación es muy simple: el carbón, finalmente molido, se mezcla con goma arábiga disuelta en agua. Aunque las fórmulas más rudimentarias podían elaborarse con carbón procedente del hogar o las antorchas, con el tiempo los medios de obtención y producción de este tipo de tinta se fueron refinando. Con el objetivo de lograr diferentes matices y acabados, a partir de época romana y, sobre todo, durante el medievo árabe, las recetas emplearán gran variedad de materias primas (los huesos de distintos frutos —melocotones, cerezas, uvas—, distintos tipos de madera, resinas, etc.). También se mejorarán las técnicas de quemado. Un ejemplo es el empleo de carbonizaciones lentas en ausencia de oxígeno para evitar la creación de ceniza, utilizando recipientes de arcilla sellados. Se usará también el hollín (lo que hoy se conoce como «negro de humo»), destacando el producido en actividades industriales como los hornos de vidrio (Dioscorides, De materia medica 5.161).
La contrapartida de esta rica variedad fue la aparición de imitaciones y productos adulterados. Según Plinio el Viejo (siglo I) el hollín de buena calidad se adulteraba con el procedente de los hornos de los baños públicos y el valioso negro de marfil (elaborado a partir de marfil carbonizado) «con restos carbonizados de sepulcros violados» (Historia Natural 35, 43).