Cultura y mecenazgo femenino en el medievo árabe
IV Mujeres entre cálamos y pinceles
Aunque menos conocido, el medievo árabe no fue una excepción en relación con la existencia de mujeres escribas.
Durante el Califato abasida (132-656 antes de al Hégira (AH)/750-1258), por ejemplo, hubo mujeres escribas que llegaron a adquirir un alto estatus en diversos ámbitos políticos, sociales y culturales. Un ejemplo es Fatima bint al-Aqra’ al-Baghdādīyah (†480 AH/1087), considerada la primera calígrafa iraní cuyo nombre consta en la historia. Su caligrafía nasji era tan apreciada que se consideraba un modelo y se le encargó la redacción de un tratado de paz oficial con el Imperio Bizantino, así como la de otros documentos oficiales del califato. También fue conocida por su dominio del Hadiz (narraciones y enseñanzas del profeta Mahoma) y su erudición religiosa.
Otra famosa calígrafa de Bagdad por la belleza de su escritura fue Yaqṭīn Riḍā bint al Fatḥ. Fakhr al-Nisāʼ, Shuhdah al-Dīnawarīyah (†574 AH/1178), como Fátima bint al-Aqraʻ, no sólo fue conocida por su excelente y artística caligrafía, sino también por su labor como erudita y maestra en el Fiqh (jurisprudencia islámica) y el Hadiz.
El extraordinario dominio de la tradición profética le valió a ‘umm ʻInab al-Wahbānīyah el sobrenombre de Musnidat al Baghdad, «Escriba de Bagdad», y a Bint al-Baghdādī Abī al-Naṣr Ahmad al-Dīnawarī el de Musnidat al Iraq, «Escriba de Iraq». La última fue discípula de ilustres maestros del Hadiz y, a su vez, maestra de hombres que también lo fueron.
Estos ejemplos demuestran que durante el Califato abasida las mujeres no sólo fueron activas en el campo de la escritura por su satisfacción personal, sino que desarrollaron su talento de forma profesional. Su participación en la administración, el mundo intelectual y la educación, además de una alta competencia en el ejercicio de estas funciones, indica que la sociedad confiaba en la capacidad de las mujeres para desempeñar eficazmente estas tareas.