Las tintas invisibles
II Los colores de las tintas
La necesidad de ocultar ciertos mensajes de los ojos indiscretos llevó a idear formas de escribir textos que permanecieran ocultos hasta llegar a manos de su receptor. Estas tintas, que reciben el nombre de «simpáticas», se elaboraban con ingredientes que sólo reaccionaban con ciertos materiales o condiciones (la idea griega de sympatheia hace referencia aquí a la afinidad entre los ingredientes utilizados para escribir y las condiciones que permiten que el mensaje sea revelado).
Las fuentes grecorromanas nos informan sobre el empleo de tintas simpáticas en la política y el ámbito bélico, donde eran muy útiles para las comunicaciones clandestinas y transmitir mensajes secretos, pero esta misma cualidad también hizo muy populares estos métodos entre los amantes.
«Es segura también y engaña a los ojos la letra escrita con leche fresca; úntala con polvo de carbón y podrás leerla.» (Ovidio, El arte de amar 3, 627)
Sin embargo, estas tintas también tuvieron usos menos honestos. En la Refutatio omnium haerasium (4, 28), atribuida a Hipólito de Roma (siglo III), se describe cómo los ritualistas pedían a sus clientes, cuando deseaban recibir oráculos sobre algún asunto, escribir su mensaje con una decocción de agallas de roble. Después de lo cual:
«El mago, mientras está a parte, pone vitriolo en un recipiente lleno de agua y, tras disolver el químico, rocía el trozo de papiro supuestamente borrado y obliga a las Ietras ocultas y escondidas a salir de nuevo a la luz, leyendo lo que el consultante ha escrito.»
Puede verse cómo estas tintas permearon diversas facetas de la vida cotidiana y cultural. Símbolo de ingenio y sofisticación, son reflejo de la intersección entre ciencia, tecnología y sociedad en la Antigüedad.