Iluminación y pintura

Iluminación y pintura
Finales del siglo XII o principios del XIII. Hoja de salterio iluminado, Alemania. En la Edad Media, las mujeres también creaban manuscritos de lujo. En la imagen, la iluminadora alemana Claricia aprovechó la decoración de la letra Q que inicia el Salmo 51 para retratarse y firmar con su nombre. Manuscrito albergado en el Walters Art Museum (inv. W.26.64R), Baltimore, EEUU. Walters Art Museum, Licencia 'Creative Commons' 0 1.0 Universal

Iluminación y pintura

III Usos y usuarios

Aunque en la actualidad existe una distinción clara entre tinta y pintura, en la antigüedad no la hubo. El verbo egipcio , por ejemplo, denotaba tanto «escribir» como «pintar», lo que se explica por la naturaleza de la escritura egipcia, que se había originado con un sistema pictórico (los jeroglíficos) y se pintaba sobre el papiro. Además, los textos de los papiros y las inscripciones con frecuencia eran complementados con intrincados dibujos, como en el Libro de los Muertos. Ambos campos requerían de habilidades similares y reflejaban una profunda conexión con una narrativa cultural en la que la tinta/pintura era vehículo de comunicación visual y textual.

Esta polivalencia queda reflejada en algunas recetas, como la procedente de un papiro alquímico del siglo IV a.n.e. que indica usar la tinta/pintura «no sólo sobre papiro o pergamino, sino también sobre mármol pulido y sobre cualquier otro bien que quieras decorar» (Papiro de Leiden X, receta 72). La misma preparación podía utilizarse para pintar, escribir o barnizar variando simplemente el tipo de adhesivo. Por ejemplo, el atramentum (del latín ater, «negro») era un líquido de color negro que se usaba para escribir (a. librarium o scriptorium), para teñir (a. sutorium) o pintar muros y paredes (a. tectorium) según la sustancia adherente:

«El (atramentum) librarium se mezcla con goma arábiga; el tectorium con cola animal.» (Plinio, Historia Natural 35, 43)

La práctica de la «iluminación» es un campo donde la distinción entre escritura y pintura se vuelve especialmente difusa. Considerada una de las formas artísticas más importantes hasta el siglo XVI, muestra cómo el manuscrito sirvió como un lienzo donde letras capitales adornadas, bordes elaborados y miniaturas se entrelazaban con el texto, transformando la palabra escrita en un objeto de admiración que fusionó arte y literatura.