España país de emigración: el despoblamiento rural

España país de emigración: el despoblamiento rural
2017. Despoblamiento rural y envejecimiento diferencial. España tiene una población muy envejecida y urbanizada en su conjunto, pero sus espacios rurales presentan diferentes dinámicas de futuro, algunos abocados a una despoblación irreversible, otros muy masculinizados, todavía expulsores de migración y finalmente algunos mantienen resiliencia demográfica (en azul, en la imagen), con estructuras y dinámicas no tan diferentes de las poblaciones urbanas. Imagen: Joaquín Encaño © Joaquín Encaño

España país de emigración: el despoblamiento rural

España ha sido un país de emigración, dirigida mayoritariamente a América hasta 1959, cuando el Plan de Estabilización Económica rompió con la economía autárquica tradicional de una población mayoritariamente rural, determinando un reajuste de la población, provocando una intensa migración, tanto interior — principalmente a Madrid, Cataluña y el País Vasco— como exterior, que se dirige a una Europa en plena reconstrucción tras la Segunda guerra mundial y que precisa por ello mano de obra. La despoblación del mundo rural dio lugar a lo que hoy conocemos como «España vacía» (o «vaciada»), que presenta situaciones muy variadas.

La despoblación de los municipios rurales ha sido un proceso largo y heterogéneo en las diferentes zonas de España, de manera que los espacios rurales localizados en el sur y en la costa mediterránea y atlántica mantienen una buena salud demográfica (en el 15% de los asentamientos rurales de esas áreas la población creció entre 1981 y 2016), mientras que los localizados en el centro y norte del país han sido los grandes protagonistas de la migración rural, muy especialmente los de Castilla y León, muchos de cuyos asentamientos rurales se encuentran en riesgo de despoblación irreversible.

La Maragatería es una comarca natural de la provincia de León cuyos pueblos se encuentran en la zona con mayor riesgo irreversible de despoblación, una región en la que estuvimos trabajando durante casi 30 años.  La suma de ambas circunstancias la convierten un buen ejemplo para ilustrar, a nivel local, las singularidades de la emigración y como se llegó a esa situación de irreversibilidad. Además, la revisión de sus condiciones de vida hasta finales de los años sesenta evidencia grandes semejanzas ambientales y sociales de aquella España rural con las de las poblaciones de los países pobres que hoy acoge nuestro país.

Los datos de La Maragatería analizados proceden mayoritariamente de los registros civiles y eclesiásticos (1900-1970) de cada municipio, combinados con una encuesta poblacional realizada sobre el 25% de la población residente, con información sobre indicadores ambientales, socioculturales, reproductivos y biosanitarios de las parejas reproductoras, así como sobre el crecimiento y maduración de sus descendientes. Los datos se completaron entre 1987 y 2014, con el trabajo de campo realizado con estudiantes de la Universidad Autónoma de Madrid en los mencionados registros y a través de numerosas encuestas poblacionales.

La población maragata no ha cesado de disminuir desde 1900 hasta nuestros días con una pequeña interrupción en torno a la Guerra civil española y una aceleración posterior. Los núcleos de población se distribuyen en dos zonas en función de su altitud, menor de 900 metros en la Baja Maragatería y superior a 1.000 en la Alta, que fue la primera en despoblarse. Forzados por la pobreza de la tierra y la dureza del clima, sus habitantes mantuvieron economías mixtas de subsistencia, basadas en explotaciones familiares donde cultivaban centeno, huertos y linares, y pastoreaban cabras, ovejas y vacas. La manufactura textil completaba la economía doméstica. Las mujeres mantuvieron hasta finales del siglo XX un gran protagonismo en todas esas actividades.

Hasta mediados de los 60-70, la mayoría de las casas no disponían de agua corriente ni de sanitarios, y el acceso a los pueblos era muy deficiente para coches y autobuses. [Cristina Bernis]