Egipto

I Historia de la tinta en el Mediterráneo antiguo

Aunque el origen de la escritura se sitúa en Mesopotamia, que desarrolló un sistema basado en cuñas impresas en tablillas de arcilla (escritura cuneiforme), los textos escritos con tinta más antiguos de occidente son egipcios. Se trata de caracteres jeroglíficos dibujados sobre arcilla hallados en Umm el-Qaab, en Abydos (circa 3200 a.n.e.), y son algo anteriores al primer testimonio conservado de papiro manufacturado: un rollo de papiro en blanco que fue depositado en la tumba de Hemaka, funcionario durante el reinado del faraón egipcio Den (Primera Dinastía, circa 3100 a.n.e), para que lo usara en el Más Allá.

Hasta el siglo III/II a.n.e., los egipcios dibujaban su escritura sobre papiro, un soporte de escritura vegetal elaborado a partir de láminas del tallo de la planta del mismo nombre. Los escribas apoyaban las hojas o rollos sobre sus muslos, como muestran las estatuillas conservadas de profesionales de este oficio, y dibujaban los textos sobre el papiro. Para ello usaban pinceles vegetales hechos con junquillos machacados o masticados para separar las fibras de uno de sus extremos. En consonancia con la herramienta de escritura, la tinta tenía forma de pastillas sólidas que, como las modernas acuarelas, se humedecían para escribir y se transportaban en pequeños estuches denominados «paletas». Los papiros egipcios muestran que la tinta usada para escribir era generalmente negra, pero hemos hallado paletas que conservan hasta seis colores.

Los útiles empleados para la escritura cambiarán a partir de época Ptolemaica; con la llegada y asentamiento de población griega, los egipcios abandonarán progresivamente el pincel y la tinta en tabletas en favor de nuevos medios de escritura.