Un futuro robado por generaciones
La imagen de estos estudiantes universitarios de finales de la década de los 70 podría corresponder a cualquier país desarrollado de la época. Pero es Iraq en aquellos años. Representan a las nuevas generaciones que, formadas en la universidad, sin duda habrían promovido el cambio democrático en su país sobre bases integradores (comunitarias, de género), sobre el concepto de ciudadanía, arraigado desde hacia décadas en la sociedad iraquí. La imagen —estudiantes de ambos sexos disfrutando de una pícnic— es hoy inimaginable y permite comprender la terrible regresión en todos los ámbitos sociales que las sanciones de 1990 a 2003 y la posterior invasión de 2003 y el nuevo régimen surgido de ella han impuesto a la sociedad iraquí.
El recuerdo y la reflexión sobre la tragedia de Iraq —en la que aún sigue sumido— pueden inscribirse en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 16 de la Agenda 2030 de Naciones Unidas, Paz, justicia e instituciones sólidas:
«Sin paz, estabilidad, derechos humanos y gobernabilidad efectiva basada en el Estado de derecho, no es posible alcanzar el desarrollo sostenible. […] Los altos niveles de violencia armada e inseguridad tienen consecuencias destructivas para el desarrollo de un país, afectan el crecimiento económico y resultan a menudo en agravios arraigados que pueden extenderse por generaciones.»