¿Qué es ser primate?

¿Qué es ser primate?
1620 h. «El Paraíso Terrenal», Jan Brueghel el Joven © Museo Nacional del Prado

¿Qué es ser primate?

Si buscamos a un primate es la imagen superior, inmediatamente nuestra mirada se dirigirá al árbol. Hasta la década de los años 60 del siglo pasado, el conjunto de características de los primates fue considerado el resultado de la adaptación a un hábitat arbóreo, como argumentó Wilfrid Edward Le Gros Clark (1895-1971) en su libro de 1959 The Antecedents of Man. An Introduction to the Evolution of the Primates. Sin embargo, otros linajes mamíferos de hábitat arbóreo no presentan los rasgos propios de los primates.

En los años 70, Matt Cartmill enfatizó que la caracterización adaptativa de los primates no provenía de ser residentes del medio arbóreo sino del modo en que sus ancestros acechaban y capturaban a sus presas, esencialmente insectos: es la denominada «Teoría de la depredación visual directa».  Según esta propuesta, la especialización visual habría evolucionado en nuestros ancestros para lograr una percepción muy nítida, a corta distancia, de sus presas, para cuya captura se ayudarían de la capacidad prensil de sus manos (con dedos con uñas en lugar de garras), y ello a costa de la reducción de la visión panorámica que proporcionan los ojos laterales. Al inicio de los años 90, Robert W. Sussman (1941-2016) propuso que la especialización visual y la destreza manipuladora de los primates estarían asociados, más que a capturar presas, a una temprana recolección de los néctares de las flores y de los frutos, los productos de las angiospermas, en expansión desde el inicio del Cretácico.

Como puso de manifiesto John M. Allman, los primates compartimos la especialización visual con otros linajes de mamíferos nocturnos —carnívoros o vegetarianos— no todos arbóreos: felinos, megaquirópteros y marsupiales didelfimorfos, estos últimos mucho tiempo considerados primates. Sin embargo, la especialización visual primate es de nuevo especial. Los primates son los mamíferos con mayor convergencia y frontalidad de los ojos (visión binocular), lo que permite alinear o aproximar los ejes óptico y visual, maximizando la calidad y nitidez de la imagen que se proyecta en la parte posterior de la retina, donde los mamíferos tenemos la zona de máxima agudeza visual. Para solucionar el problema del solapamiento de campos visuales (ambos ojos perciben lo mismo), los dos lados del cerebro reciben las fibras ópticas de ambos ojos y procesan la información visual (visión estereoscópica).

Finalmente, los haplorrinos, ya diurnos, recuperaron la visión de los colores (tricromatismo), una cualidad también excepcional entre los mamíferos, cuyo ancestro común era nocturno y de visión dicromática (revisar, por ejemplo, las consideraciones sobre Eomaia scansoria, «madre primigenia», de 125 m.a.) . Los primates haplorrinos somos los únicos mamíferos con fóvea, una depresión situada en la mácula lútea (el fondo de la retina) constituida exclusivamente por conos que nos permite percibir los colores. Catarrinos y platirrinos recuperaron la visión de los colores independientemente y en varios linajes de manera distinta, lo cual confirma que su adopción fue muy ventajosa, probablemente —se argumenta— para eludir la competencia alimentaria con las aves o valorar la accesibilidad de frutos y hojas (maduración y toxicidad).

La capacidad de manipulación de las manos, la agudeza visual y el discernimiento de los colores, el cálculo de las distancias y la percepción tridimensional en un hábitat arbóreo otorgaron a los primates una información precisa sobre el medio externo y sus objetos, que es la base biológica del pensamiento conceptual en nuestra especie: «Tree life laid the foundation both for the fuller definition of objects by conceptual thought and for the fuller control of them by tools and machines […] Conceptual thought on this planet is inevitably associated with a particular type of Primate body and Primate brain» (p.16), escribió Huxley en The Uniqueness of Man. [Carlos Varea]