Mujer y pobreza en el entorno obrero

Mujer y pobreza en el entorno obrero
1958. Lucina Linares baña un recién nacido en las instalaciones del hospital de la empresa ‘Portolés y Compañía S.A.' en el poblado de Los Hurones (Cádiz). Fotografía cortesía de Luis Prieto

Mujer y pobreza en el entorno obrero

Cuando desdoblamos por género las dedicaciones productivas de la comunidad obrera de la presa de Los Hurones, fueran remuneradas o no, se visibilizan los trabajos de las mujeres. Sus dedicaciones abarcan la limpieza, la provisión y preparación de alimentos, la costura y lavado de ropa y uniformes de trabajo, los cuidados a personas dependientes, tanto en espacios familiares como privados y comunitarios; y la salud, enseñanza, centralita de teléfono y servicios del poblado. Las dedicaciones no remuneradas de las mujeres son más numerosas que las de los hombres.

Esto se hacía mucho más evidente en los poblados de chozas, donde las condiciones de vida y trabajo eran más duras. «A mi madre la recuerdo lavando y guisando. Y a mi hermana mayor siempre con un crío en el costado», afirma José Pan (Algar, 1946). Como las familias de las chozas tenían más necesidades, los altos cargos de la obra buscaban allí niñas y jóvenes para trabajos de cuidados y del hogar. Lucina Linares (Jerez, 1937), que aparece en la foto, detalla:

«En el pantano mi padre trabajaba de jardinero, un hermano era fontanero, el otro trabajaba con los dumpers y mi madre cosía para la empresa los uniformes y el vestuario del hospital. El médico me propuso trabajar en el hospital. Junto con otra chica yo hacía limpieza, atendía los partos con ellos… Terminé pinchando y poniendo corrientes, porque era necesario y porque enseguida aprendía. Después los dueños de la empresa Portolés nos cogieron para trabajar en su casa de Madrid. Había una doncella y una asistenta, y yo guisaba»