Clases particulares y aprendizaje autogestionado
En 1953 se crearon en el poblado de Los Hurones dos escuelas públicas, una de niños y una de niñas. Los limitados recursos en la escuela, sumado a las necesidades de supervivencia de las familias, redujeron las oportunidades de formación de muchos niños y niñas. Además en la época de lluvias quienes venían caminando hasta el poblado no podían llegar. Muchos niños y niñas estudiaban por las tardes como refuerzo con el mismo maestro o la maestra de la escuela pública. También con la maestra Lupe (Guadalupe), que daba clases en el comedor de su propia casa, en el poblado.
Una vez obtenido el graduado escolar en la escuela de Los Hurones, sabían que en pocos años la obra finalizaría y habrían de emigrar. ¿Qué perspectivas de trabajo tendrían? Algunos se matricularon en internados de escuelas de oficios y pasaban sus vacaciones en el poblado. Paquita Pan (Algar, 1946) por las mañanas iba a la escuela desde su choza y por las tardes aprendía a bordar junto a otras niñas en casa de una mujer llamada Maruja. Con esta preparación años después pudo trabajar en casa de una modista, oficio que entonces se consideraba adecuado para las mujeres.
Los jóvenes que entraron como aprendices en los talleres tenían una formación muy limitada. Algunos, impulsados por una gran motivación, buscaron la forma de mejorar. Iban a clases particulares con la madre de algún compañero, hacían cursos por correspondencia y estudiaban por su cuenta. Carmelo Cantillo (Nava de Santa María, Badajoz, 1938) salió pronto del colegio, pues lo pusieron a guardar cabras. En cuanto empezó a trabajar en la obra se puso de acuerdo con algunos compañeros: «Nos reuníamos en un chozo. Compramos un quinqué y con una enciclopedia de esas gordas que había entonces nos poníamos nuestros problemas. ¡Y hasta que no los sacábamos no nos acostábamos!».