Meta 6.6: proteger y restablecer los ecosistemas relacionados con el agua

Meta 6.6: proteger y restablecer los ecosistemas relacionados con el agua
2016. Lago Atitlán (Guatemala) Foto: José Luis Armayor © José Luis Armayor

Meta 6.6: proteger y restablecer los ecosistemas relacionados con el agua

La Meta 6.6 es «[d]e aquí a 2030, proteger y restablecer los ecosistemas relacionados con el agua, incluidos los bosques, las montañas, los humedales, los ríos, los acuíferos y los lagos».  A nivel general, mediante esta Meta se pretende tanto detener la degradación constante y acelerada que durante las últimas décadas han tenido las masas de aguas continentales y ecosistemas asociados, como regenerar aquellas que se encuentran ya tremendamente dañadas.  En estos casos se incide directamente en la lucha contra al cambio climático y  la desertificación asociada.  Se presta además especial atención a aquellos ecosistemas más sensibles y vulnerables como son los lagos o los humedales de todo tipo (continentales, de transición en zonas costeras, etc.),  fuente de gran riqueza de diversidad biológica y paisajística, y con frecuencia también fuente de recursos nutricionales para poblaciones pobres que viven de la pesca sostenible.

El Lago Amatitlán, situado en el Departamento de Sololá (Guatemala), es considerado, a nivel mundial, una de las masas de agua continentales naturales más impresionantes y con un alto valor paisajístico por su entorno. Según las hipótesis más consensuadas, se trata de un lago de origen volcánico por colapso de la caldera de un estratovolcán e influenciado por el cierre de un valle fluvial debido a la actividad volcánica. Es un lago profundo, alcanzando máximas de 335 metros, en base a los últimos mapas batimétricos realizados, y con una superficie de 130 km2.

Si bien este lago ha seguido una suerte mucho mejor que su hermano el Lago Amatitlán, situado en la cercanías del área metropolitana de Ciudad de Guatemala y actualmente totalmente eutrofizado, se ha ido detectando con el tiempo una pérdida de calidad de las aguas, cuya manifestación más evidente es la aparición de brotes de cianobacterias con mayor frecuencia año tras año. Esta contaminación se asocia a la falta de tratamiento de las aguas residuales de las poblaciones situadas en los alrededores y los retornos de fertilizantes asociados a la cuenca vertiente.

Actualmente, tanto la sociedad civil como ONGs y organizaciones internacionales están realizando intentos de mejorar la situación frenando el deterioro ambiental mediante la realización de plantas de tratamiento de aguas residuales, caso del FCAS con las plantas de San Marcos de la Laguna y de San José de Chacayá, así como en la gestión y construcción de vertederos para residuos sólidos urbanos.  Se espera que en los próximos años se aborde una solución definitiva para la problemática en base a distintos modelos y metodologías que se están proponiendo para la mejora de la calidad ambiental de las aguas: desde crear un anillo receptor de aguas residuales circular al lago, hasta la ampliación de las plantas de tratamiento a todos los núcleos urbanos y el control de los fertilizantes agrícolas.