«Los animales son como hijos»
A partir de la Segunda Guerra Mundial se verifica una pérdida progresiva de las razas locales, que son sustituidas por animales de mayor tamaño, más productivos y menos resistentes. Todavía, el cruce entre razas ha dado lugar a híbridos igualmente adaptados a las condiciones del territorio; pero el continuo cruce ha conseguido eliminar la vaca típica de esta zona y más resistente.
Estos animales, más delgados y huesudos, son menos solicitados por los carniceros que prefieren animales criados en establo, de razas seleccionadas y con gran desarrollo de los cuartos traseros que permite un mayor aprovechamiento cárnico. Por otra parte el consumidor de la ciudad manifiesta una preferencia mayor por las carnes más tiernas y, por lo tanto, rechaza la carne de los animales tenidos en regímenes de libertad que es más dura pero genuina.