Las cantinas, espacio de relación entre hombres

Las cantinas, espacio de relación entre hombres
Años 1950. Cantina de Rafael, en la finca El Rodadero, junto a la presa de Los Hurones (Cádiz). Empezando por la izquierda de la foto están Segundo Suárez, otra persona, José Benítez (sosteniendo un sifón), a su lado Reyes, detrás Rafael el dueño de la cantina, y en primer plano Manolo ‘el Beato’, que trabajaba por su cuenta haciendo hornos de carbón. Fotografía cortesía de Pepe Benítez

Las cantinas, espacio de relación entre hombres

Las cantinas, donde se vendía vino y algunos comestibles, se situaban en los poblados de chozas, tenían paredes de piedra y techo de pasto, como se observa en la fotografía, y eran los únicos comercios existentes fuera del poblado de casas construido por la empresa Portolés y Compañía S.A. En el tiempo de la construcción de la presa se recuerdan seis cantinas. La cantina de Juan Pan consistía en una habitación con un mostrador, unas garrafas de vino forradas con mimbre y unas mesitas. En la cantina de El Cabezo daban potajes, puchero… y pescado, cuando venía el vendedor de pescado.

Las cantinas eran espacios de encuentro y relación entre hombres, en el contexto de consumo de alcohol. En la división de género establecida, se permitía la presencia de mujeres cuando había fiestas. Paquita Pan (Algar, 1946), hija y sobrina de cantineros, afirma:

«Antes no veían bien que las mujeres estuviésemos en los bares; las mujeres sólo iban a la cantina a comprar; pero al baile sí que iban las muchachas. Había un sombrajo grande en la puerta de la cantina de mi tío, y allí un hombre tocaba el acordeón y hacían bailes.»