La muerte de los niños y de las niñas

La muerte de los niños y de las niñas
1603. La infanta Margarita de Austria, muerta. Juan Pantoja de la Cruz © Monasterio de las Descalzas Reales, Madrid

La muerte de los niños y de las niñas

VI Nacer, morir, volver a nacer

 

La mortalidad infantil en la Edad Moderna era tremendamente elevada. Aproximadamente el cincuenta por ciento de los niños nacidos en la Europa de los siglos xvi, xvii y xviii morían antes de alcanzar la adolescencia y, hasta bien entrado el siglo xx, era muy habitual que uno, o varios, de los hijos de una pareja muriesen en la infancia. En este sentido, los diferentes monarcas y sus consortes sufrieron sustanciales pérdidas, siendo en ocasiones muchos más los hijos que fallecían antes que ellos que los que les sobrevivían. Si vemos, por ejemplo, el caso del emperador Leopoldo I, él tuvo, de sus tres esposas, un total de dieciséis hijos. Ocho de ellos murieron en su primera infancia, mientras que otras dos archiduquesas más lo hicieron durante la adolescencia. En la misma época, Luis XIV vio morir a cinco de los seis hijos que tuvo con su esposa, María Teresa de Austria. Estas circunstancias llevaron a la producción de numerosas obras de arte en las que se conmemoraban la vida y la memoria de esos niños que fallecieron al poco de nacer.  Aquí mostramos el retrato mortuorio de Margarita de Austria, una de las hijas de Felipe III y Margarita de Austria-Estiria, que se conserva en el monasterio de las Descalzas Reales de Madrid. La pequeña infanta, que falleció con apenas seis años, aparece retratada poco después de su muerte, coronada con una diadema de flores, indicando su virginidad en el momento de su fallecimiento, y amortajada con el hábito de la orden de la Inmaculada Concepción, siendo habitual que las mujeres de la dinastía se enterrasen vestidas con hábitos de religiosas.

En el imponente salón principal del Palacio Imperial de Innsbruck aparecen los retratos de 36 miembros de la familia de los emperadores María Teresa de Austria y Francisco I Esteban de Lorena, incluyendo los dieciséis hijos que tuvieron juntos. Entre dichos retratos se encuentra una imagen en la que aparecen las cuatro hijas de los emperadores que murieron en su infancia, María Cristina, María Isabel y dos niñas llamadas María Carolina, nombres que posteriormente se pusieron a otras de sus hermanas que sí llegaron a la edad adulta. A través de esa potente imagen, las archiduquesas fallecidas en su niñez fueron incorporadas al relato iconográfico que los emperadores crearon en este salón, que se centra en su amplia descendencia y en la formación, a través de ella, de la nueva, poderosa y fértil dinastía de los Habsburgo-Lorena. [Rocío Martínez]