El reconocimiento de las necesidades psicológicas y sociales
El castigo físico, como forma de control de la conducta infantil era habitual hasta el siglo XVII. Además, existían otras formas de castigo psicológico consistentes en amenazar a los niños con la aparición de personajes siniestros. Hay que esperar hasta el siglo XIX para observar un cambio en las pautas de crianzas. El pensamiento ilustrado produce una nueva forma de entender las relaciones familiares que da más importancia a la vinculación afectiva y a la interacción con adultos. Adquiere también gran relevancia el juego, como elemento esencial para el desarrollo infantil, por lo que se anima a los progenitores a jugar con sus hijos. Aunque la separación de las actividades lúdicas propias de niños y adultos, lo que supone la interacción entre iguales como herramienta de aprendizaje, surge en el siglo XVII. Todos estos cambios cristalizan en un nuevo concepto de familia como soporte fundamental para la satisfacción de las necesidades —físicas, psicológicas, sociales, afectivas y emocionales—, específicas de la infancia. Este concepto moderno de familia está ligado a la extensión y generalización de la educación formal. La distinción entre cursos escolares, que se produce en el siglo XVIII, la utilización de una disciplina adecuada, así como la aparición de los internados son claros indicadores de la importancia que se concede a la institución escolar en la formación de ciudadanos libres con un pensamiento propio. Pero estos cambios afectan de manera desigual a niños y niñas, ya que estas últimas siguen viéndose relegadas, en el mejor de los casos, a la realización de unos aprendizajes diferentes en las denominadas escuelas menores.