Biohistoria: consecuencias de las revoluciones culturales sobre los ecosistemas humanos
Los ecosistemas son unidades autónomas y dinámicas, compuestos por vegetales, animales y microorganismos que interactúan como una unidad funcional en soportes físicos. Se considera «ecosistema humano» aquel que acoge poblaciones de Homo sapiens, capaces de generar un «ambiente cultural» que puede transformar los ambientes físico y biológico y las comunidades de seres vivos que acogen. El término equivale al de «sistema socioecológico», utilizado por la Ciencia de la sostenibilidad para referirse a los ecosistemas que integran a los humanos en la naturaleza.
La transformación temporal de los ecosistemas humanos se asocia con los sucesivos métodos utilizados para obtener energía nutricional y cultural a través de las llamadas revoluciones culturales-tecnológicas. El biohistoriador australiano Stephen Boyden situó en el tiempo el nacimiento de los sucesivos tipos de ecosistemas ocupados por nuestra especie y señaló la necesidad de difundir ampliamente y de manera comprensible ese conocimiento entre los no especialistas.
Durante la mayor parte de nuestra historia biológica (en torno a 300.000 años), fuimos una especie nómada, exclusivamente localizada en ecosistemas de caza y recolección. Hace unos 11.600 años, tras la «revolución agrícola» (entre cuyas novedades tecnológicas destacan la domesticación de plantas y animales), nos hicimos sedentarios y productores de alimentos en ecosistemas agrícolas. Hace unos 260 años, tras la «revolución industrial» (cuyas novedades tecnológicas se basaron en combustibles fósiles y maquinaria de motor), ocupamos medios urbanos industrializados, realizando mayoritariamente trabajos no agrícolas y obteniendo alimentos y bienes materiales a través de su compra.
Hace unos 50 años se inició la «revolución de internet», cuya novedad tecnológica, la comunicación inalámbrica, está afectando muy rápidamente la forma y el medio de comunicarnos y de trabajar. Sus consecuencias actuales y sus tendencias futuras están por evaluar, y abren un nuevo campo de investigación fundamental para conocer y prevenir los efectos de esta transformación, que afecta a la esencia misma del ser humano: la comunicación consciente y significativa. [Cristina Bernis]