Pobreza
La pobreza es el principal indicador de desigualdad y el mayor peligro ambiental. Su erradicación es el primer de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecido por las Naciones Unidas en 2015 para el año 2030. Ello es así dado que la pobreza reduce el acceso a los recursos necesarios para evitar la muerte temprana y para mantener una buena salud —física, mental y emocional— en condiciones dignas y equitativas.
A nivel global, la pobreza se redujo casi a la mitad en los últimos 20 años pero con grandes diferencias entre poblaciones y con riesgo de retornar a niveles previos. Del 18% de la población mundial que todavía vive en pobreza absoluta, la mayoría se concentra en África y Asía, y afecta especialmente a mujeres y menores de todo el mundo, incluidos los países más prósperos.
La contribución de las mujeres a la economía familiar ha sido una constante a través de trabajos productivos raramente remunerados. La situación se mantuvo en mujeres rurales y urbanas del mundo desarrollado hasta mediado el siglo XX, persistiendo hoy en día en muchas poblaciones del mundo en desarrollo. Su incorporación al mundo laboral, con empleos remunerados, aumenta con la urbanización pero con brechas importantes en la paridad respecto a tipo de empleo y salario, incluso entre las poblaciones más ricas.