Santiaguco, la vida continúa

Aunque mucha gente perdió por entonces sus ganados y sus casas, Santiaguco se alegra de que su familia se librase de aquello. Sin embargo, hubieron de lamentar la pérdida del padre, que no pudiendo ser atendido de una peritonitis por la falta de médicos, murió casi al comienzo de la guerra. Pero cuando los seis hermanos regresaron del frente, reanudaron la labor. Había mucho por hacer, mucho que reconstruir, mucho que olvidar.

Los oficios pasiegos

El artesano pasiego es  experto en trabajar la madera de avellano, dándole forma hábilmente para confeccionar múltiples tipos de cuévanos (cestos para diferentes usos), albarcas (nombre autóctono del calzado de madera) o aperos del campo como las cibías (nombre autóctono de los collares de las vacas). Es seguro que no hay cesto de mimbres mejor aprovechado que el cuévano. Acompaña al pasiego cuando nace, como cuna  (cuévana o cuévano niñero), se pega a su espalda cuando trabaja, para cargar la hierba (romeralo), y también cuando se desplaza, a modo de mochila (coberteru).

Del oficio ganadero no solo se produce la leche que, además de dirigirse a la industria lechera, también se distribuye directamente a algunos puntos de venta para la venta a granel, a lo largo de todo el territorio. A ello se añaden los productos derivados como mantequillas, yogures, quesos, quesadas o sobaos, de reconocido prestigio. Aunque venido a menos con la evolución tecnológica, el oficio de ganadero y de la producción tradicional está actualmente poniéndose en valor. Así, se han organizado por parte de algunas instituciones locales, como el Grupo de Acción Local de los Valles Pasiegos, cursos de formación de la gestión ganadera tradicional, financiados con fondos europeos (Leader 2014-2020) y se han obtenido denominaciones de origen de los productos típicos, como el sobao pasiego (IGP, Indicación Geográfica Protegida).