Santiaguco, de los campos montanos a los campos de batalla

Santiaguco, de los campos montanos a los campos de batalla
1993/95. Montes de Pas, surgidos de los depósitos marinos plegados durante la orogenia alpina y retocadas por la red hidrográfica (Puerto de Lunada, Cantabria) © Elena Flores

Santiaguco, de los campos montanos a los campos de batalla

Entonces mira más allá de las fincas, hacia el infinito, como si suspendida en el aire una escena le transportase hipnóticamente hacia el pasado. Cambia su expresión y su tono de voz cuando comienza a hablarme de la guerra. Recuerda que le llevaron muy joven, con apenas 17 años, y que por eso les llamaron la «Quinta del biberón». Y que tuvo que pasar cuatro años de soldado, entre las batallas de los primeros tiempos y los trabajos de explosionador de minas que quedaron dispersas por los campos al término del conflicto. Por entonces anduvo por Madrid, ya que las bombas se detonaban en la Ciudad Universitaria.

El paisaje pasiego

De orografía alpina y modelado fluvial, abrigado por el bosque caducifolio y refrescado por ríos salmoneros, el paisaje pasiego está moderadamente antropizado, apreciándose un mosaico de fincas en laderas, lindes de muros de piedra, cabañas dispersas y rodales de frondosas.  Con el tiempo, ha tenido lugar un proceso de especialización y restricción de actividades económicas, abandonándose el ancestral aprovechamiento integral del bosque.

La gestión tradicional de las extensas masas boscosas de los Montes de Pas incluía la recolección de frutos y plantas para alimento y medicina de los vecinos, la preparación de los pastos para el pastoreo de los rebaños mixtos que abastecían de leche, carnes y embutidos, y el laboreo de pequeñas huertas de verduras y hortalizas situadas junto a las paredes de piedra de las cabañas pasiegas. De los arroyos llegaban los pescados, capturados en trampas sencillas; y de las rocas silíceas y maderas nobles se fabricaban los aperos y los enseres domésticos.

El paisaje es fruto del compromiso del pasiego con los montes. La ahora denominada «Economía circular» ya se practica desde antaño en esta región. Cabe destacar la ausencia de abonos o plaguicidas químicos que alteren el suelo o contaminen el agua subterránea. Tampoco se modifica la red fluvial para el riego porque son las precipitaciones las que mantienen los pastos.