Las campanas más antiguas
Aunque una tradición atribuye a Paulino de Noya, en el siglo V, el uso de campanas para llamar a la oración, no hay noticias históricas del uso de las campanas hasta una mención de Gregorio de Tours en la segunda mitad del siglo VI. Se han conservado dos pequeñas campanas mozárabes con inscripciones, que requieren suspensión para ser tocadas: la que el abad Sansón donó a la ermita de San Sebastián en el 930 (hoy en el Museo Arqueológico de Córdoba) y la del Museo de Huelva, de la primera mitad del siglo XI y con el nombre del que la hizo u ordenó hacer, Omar ben Zakaría, escrito en cuidados caracteres cúficos.
El uso de campanas con inscripciones votivas en tierras de musulmanas parece indicar una costumbre quizá anterior al año 711 que ha pervivido hasta hoy. Mientras las anteriores campanas son hallazgos arqueológicos fortuitos, la campana laurentina que el arcediano Rodrigo Gundisalvo mandó fundir en honor a San Lorenzo en 1085 se ha mantenido en la Colegiata de San Isidoro de León, en funcionamiento hasta hace poco y hoy musealizada.