El Parque Agrario de Fuenlabrada

El Parque Agrario de Fuenlabrada
2017. Cosecha de la acelga, Fuenlabrada (Madrid). Foto: Olmo González © Olmo González

El Parque Agrario de Fuenlabrada

Existen diferentes experiencias relacionadas con la protección de los paisajes agrarios y la dinamización de la agricultura de proximidad. En este sentido, es necesario hacer mención a las iniciativas que se están desarrollando por los diferentes Parques Agrarios en España. En especial, merece resaltar la experiencia del Parque Agrario de Fuenlabrada, en la Comunidad de Madrid, que desarrolla diversas estrategias para dinamizar el tejido y la economía productiva del espacio agrario periurbano del municipio bajo los principios de la agroecología y la economía social, y para garantizar la producción y el consumo de alimentos frescos y de temporada a su ciudadanos. El papel de las mujeres —como la de la imagen— está siendo esencial.

 Fueron paisajes con una fuerte carga cultural,  con un claro protagonismo de la propiedad  minifundista, eminentemente familiar, que desarrollaban una agricultura orgánica que a la vez gestionaba un importante patrimonio de bienes propios y del común.  En el pasado, los sistemas agrarios periurbanos desempeñaron un importante papel en el abastecimiento alimentario de la capital, además de responder a la demanda local de sus antiguos municipios rurales, hoy ciudades metropolitanas.

Por el proceso de expansión metropolitana, las campiñas y llanos del sur más próximos a la capital, como muchos otros paisajes tradicionales en España, se vieron sometidos a profundos cambios.  En la actualidad, sólo algunos de estos paisajes alimentarios se conservan, a pesar de su importante valor, no sólo para asegurar la seguridad alimentaria urbana, sino también por sus valores culturales, históricos y ecológicos.  Estos paisajes agrarios periurbanos que funcionaron en el pasado en clave bioregional, están ante un futuro incierto. En primer lugar, por la ausencia de políticas específicas por parte del gobierno regional que eviten la destrucción desenfrenada producida por las presiones de la actividad urbanística. Y por otro lado, por la evidente ruptura producida por la dominación de la cultura de masas que rechaza lo agrario, lo local y lo tradicional, y que ha culminado por romper los vínculos entre la ciudad y su conexión con el entorno rural más cercano,  fruto del desarrollo de la globalización del sistema alimentario.   Por otro lado, la baja rentabilidad del sector primario está produciendo el abandono de gran parte de la actividad agraria periurbana y el deterioro del patrimonio cultural que albergaban sus paisajes, perdiendo su valor simbólico.

En definitiva, la ocupación desmesurada del suelo fértil, el alto consumo de recursos no renovables, la deslocalización y desterritorialización de los alimentos y el alto consumo energético, son factores que se están revelando claramente como impulsores de la crisis ecológica y de la inseguridad alimentaria del siglo XXI, no sólo a nivel local sino también a escala planetaria. Sin embargo, como se verá más adelante, comienzan a surgir algunas iniciativas locales lideradas por ayuntamientos como el de la ciudad de Fuenlabrada y por las redes alimentarias y territoriales en defensa de los espacios agrarios como la Federación Intervegas que están revirtiendo esta tendencia.

 

 

Foto: Olmo González