El doble proceso de la interacción biocultural

El doble proceso de la interacción biocultural
1924-1925. Dibujos del arqueólogo belga Luis Siret Cels (1860-1934) de tres piezas líticas (un bifaz, y quizás un núcleo y una lasca) recuperadas del yacimiento marroquí de El Hajab y descritas en «'Notes paléolithiques marocaines'» ('L'Anthropologie', de París) en 1925 © Museo Arqueológico Nacional

El doble proceso de la interacción biocultural

La interacción biocultural hace referencia al doble hecho de que el fenómeno cultural humano es el resultado de nuestra evolución biológica como especie primate y de que el desarrollo cultural ha canalizado el curso de nuestra evolución biológica: hemos evolucionado para ser una eficiente criatura portadora de cultura, parafraseando de nuevo a Wolpoff.

La primera evidencia de interacción biocultural corresponde a la acumulación de restos de mamíferos devorados y útiles líticos descrita en yacimientos de África oriental de en torno a dos millones de años, asociados a las primeras poblaciones de Homo. Estos hallazgos ponen de manifiesto la novedosa práctica de acarrear alimentos y rocas a lugares en los que nuestros ancestros compartían el alimento (tanto carne como vegetales, además de huevos y pequeños animales) y fabricaban sus utensilios. Debemos a Glynn Isaac (1937-1985) la descripción de estas nuevas pautas, que han de ser consideradas básicas en el desarrollo de una nueva sociabilidad construida sobre la confianza, la reciprocidad y la equidad entre sus miembros a partir del reparto de tareas intercambiables dependiendo de su edad y sexo.

El uso de herramientas y la diversificación de alimentos de alto contenido energético determinaron tempranamente en nuestro género la reducción dentaria (así lo muestran ya los restos hallados de en Ledi-Geraru, en Etiopía, de 2,8 millones de años, los más antiguos de Homo) e impulsaron inmediatamente después el crecimiento absoluto y relativo del cerebro (por encima de 500 cc). Son las primeras evidencias de interacción biocultural. Media hora de trabajo sobre un antílope con un útil olduvayense, la primera y más sencilla tecnología lítica de Homo, aporta la totalidad de los requerimientos energéticos de un humano adulto.

Recientemente se han descrito indicios de consumo de herbívoros usando herramientas en Dikika (Awash, Etiopía) y una nueva industria lítica de martilleo en Lomekwi (Lago Turkana, Kenia) que, por su antigüedad (3,3 millones de años), deben asociarse a especies anteriores a Homo (a Australopithecus afarensis o a Kenyanthropus platyops). Estas evidencias adelantan en varios cientos de miles de años el procesamiento de carne con útiles de piedra, pero sin continuidad temporal o ulterior desarrollo tecnológico. Por ello, sigue siendo cierto que la interacción biocultural es exclusiva de Homo, tanto por su definitiva continuidad temporal y expansión geográfica, como por su trascendencia evolutiva, al retroalimentar el cambio cultural y el cambio biológico, ambos cada vez más rápidos. [Carlos Varea]