Circe y la ‘femme fatale’
I. Divinidades femeninas asociadas a la magia
John William Waterhouse, tardío seguidor del movimiento Prerrafaelita en la Inglaterra victoriana, continuó con la tradición de estos artistas de mostrar interés por las diosas y heroínas de la mitología clásica, especialmente las hechiceras u otras mujeres fascinantes y peligrosas, como Medea, Circe o las Sirenas.
Una serie de detalles en este cuadro revelan el tema del encuentro de Odiseo (Ulises) y Circe según la Odisea de Homero. Circe, en el centro, dominando la escena desde su trono, lleva en una mano la copa con la bebida mágica y en otra la varita, elementos típicos ya en las escenas de Circe y Ulises en la cerámica griega desde el siglo VI a.n.e. Estas imágenes resaltan su carácter de hechicera y la forma en que convierte a los hombres en animales, como lo sugiere el jabalí tumbado a sus pies. Con su túnica transparente, un pecho al descubierto, su cabello largo y suelto y su actitud desafiante, aparece como una femme fatale seductora y poderosa, según el estereotipo femenino negativo de la época. Ulises, gracias al antídoto (la hierba móly, que le ha dado el dios Hermes), no sufrirá los efectos de la pócima, es decir, no será metamorfoseado, aunque sí experimentará el poder de seducción de la diosa y compartirá su lecho durante un año, retrasando así el regreso a Ítaca. Un detalle llamativo en el cuadro es el enorme espejo detrás que refleja lo que falta de la historia: el propio Ulises y la nave de los griegos al fondo. En realidad, Ulises formaría parte de la misma escena en la que está la maga, pero el motivo del espejo y el reflejo es una constante en los cuadros prerrafaelitas y aquí se utiliza para completar la escena en dos planos diferentes, como si el héroe, empuñando su puñal, la mirara con desconfianza.
Mercedes Aguirre Castro