Las matronas titulares y las alumnas
Cuando se inauguró el edificio, la carrera de matrona seguía siendo una carrera independiente de dos años de duración. Las alumnas eran registradas en un libro de ingresos en el que se incluía una fotografía y los datos de filiación, y en algunos casos, el nombre de la persona que la recomendaba. En el primer libro de registro de alumnas, la primera entrada corresponde a la matrona titular Carmen Palazón Daza, que se vino desde Málaga a Madrid a petición de Gálvez Ginachero. El puesto de matrona titular no era permanente, y, según los primeros estatutos, se prolongaría por un periodo de tres años, aunque ante una situación especial este plazo podría ampliarse. Esto fue lo que debió suceder con Carmen Palazón, que entró en el establecimiento el 14 de abril de 1924 y salió el 24 de agosto de 1929. En la entrada se decía que la matrona «[s]e ha distinguido siempre por su grande abnegación en el cumplimiento de su deber profesional, siendo su conducta laboriosa y de gran ejemplo para las que han seguido en la Escuela de Matronas desde su apertura». Carmen Palazón tenía 28 años cuando ingresó y era soltera, ya que era imprescindible para servir bien a la institución no tener cargas familiares. Según revelaba en una entrevista que le hicieron 30 años después, dormía en la misma sala que las parturientas, separada de estas por un biombo.
Con respecto a las alumnas, los estatutos establecían que solo podrían optar a formarse en el centro aquellas que tuviesen entre 18 y 30 años, no podían estar casadas, solo solteras o viudas. Las alumnas que optasen por la modalidad de internado deberían abonar una pensión diaria de 3,50 pesetas, mientras que para las alumnas externas la formación era gratuita.