Solidaridad ambiental y vecinal.
La agricultura de subsistencia ha estado ligada a tierras comunales, con normas de protección ambiental, de convivencia y de apoyo mutuo entre vecinos, transmitidas oralmente. A partir de una fecha variable, estas normas se recogieron por escrito en los libros concejiles de numerosos pueblos de España. Su persistencia temporal fue el arma más eficaz para afrontar la pobreza y mantener una gestión ambiental sostenible, generacionalmente transmitida.
Antonio Martínez (1925-2017), natural de La Maluenga (León), describía así como les transmitieron de pequeños la necesidad de amojonar, marcando y conservando las lindes de prados y bosques comunales de cada pueblo: “(…) En abril, el día que correspondía nos llevaba el presidente y los otros miembros del concejo a toda la chiquillería a recorrer los límites de los terrenos comunales del pueblo para que memorizáramos cuántos mojones había, dónde estaba cada uno y cómo asegurarse de que estaban bien sujetos.”