Epílogo: brujas en Brasil, ejemplo de pervivencia y sincretismo

Epílogo: brujas en Brasil, ejemplo de pervivencia y sincretismo
1978. «Las Ayabas de Xangô», Carybé, Hector Bernabó, Bahía (Brasil). Xilografía en color, 68cm x 48cm © Museo de Arte de Bahía (IPAC)

Epílogo: brujas en Brasil, ejemplo de pervivencia y sincretismo

La brujería llegó a Brasil con los colonizadores europeos, y las brujas locales eran principalmente las que practicaban rituales de las culturas africanas e indígenas. La Iglesia, de manera pronta, las vinculó al diablo y a prácticas malévolas. En la obra O Cortiço (1890) de Aluísio Azevedo, la bruja Paula es descrita como «una anciana mestiza, medio idiota, respetada por sus supuestas habilidades para curar enfermedades mediante rezos y hechizos», que bien podría ser obra de un escritor griego o romano. La representación de estas mujeres como portadoras del mal y sus prácticas vinculadas al infierno era común en la literatura de la época, escrita mayormente por hombres blancos que perpetuaban el imaginario heredado de la tradición europea. A diferencia de las hechiceras clásicas como Medea y Circe, eran figuras asociadas al mal y retratadas como mujeres imperfectas, deformes y siempre feas. Fealdad, deformidad, marginalidad en suma, además de ser mujer, eran requisitos casi obligatorias para ser bruja en el imaginario brasileño, al que se suma el color de la piel, nuevo factor de estigma.

La identificación de estas mujeres con la maldad y la obligación de erradicar la brujería eran temas recurrentes en las descripciones de los autores. La hechicera de A fome (Teófilo, 1890) generaba desconfianza al tener, supuestamente, un pacto con el diablo «con quien hablaba todos los años, en la víspera de San Juan, en una encrucijada, a medianoche», como si fuera una representante de la diosa Hécate grecorromana. Joaquim Manoel de Macedo (A Nebulosa, 1857) retrataba la hechicera como una anciana hirsuta y fea, conocedora de artes oscuras y de la necromancia inspirada por el demonio, como las hechiceras retratadas por Horacio. Así, estas representaciones literarias contribuyeron a la estigmatización de las mujeres que desafiaban las normas sociales, perpetuando la conexión entre brujería y maldad en la sociedad de la época, tal y como sucedía dos mil quinientos años antes. 

 

Lydia Barbosa