Entre la superstición y el adorno: amuleto contra el mal de ojo

Entre la superstición y el adorno: amuleto contra el mal de ojo
1650. Higa de azabache, protectora de mal de ojo, Santiago de Compostela (España) © Museo del Traje.

Entre la superstición y el adorno: amuleto contra el mal de ojo

Mientras la mortalidad infantil fue universalmente elevada, todas las culturas utilizaron amuletos contra el denominado “mal de ojo” y las enfermedades infantiles.
La higa en forma de puño cerrado en el que sobresale el dedo gordo entre los dedos índice y pulgar, representa el sexo femenino y se consideraba la mejor protección contra el mal de ojo, hechizo supuestamente transmitido por la mirada que dejaba ciegos a los niños.

Se ha sugerido que la higa (o figa, que es la entrada de la vagina) es una remedio simbólico frente a una situación real, la elevada frecuencia de ceguera que afectaba a los recién nacidos en la antigüedad, como resultado de enfermedades de transmisión sexual (clamidosis y otras). Las mujeres afectadas contagiaban a sus recién nacidos durante el parto transmitiendo el agente infeccioso del sexo de la madre al ojo del recién nacido, causando la ceguera de las criaturas (de ahí el nombre de mal de ojo).

En el SXXI, a pesar de todas las medidas higiénicas y preventivas, las conjuntivitis neonatales siguen siendo un importante riesgo de salud que puede causar ceguera y por eso todas las guías clínicas sobre salud del recién nacido recomiendan el uso preventivo de pomadas protectoras, la única discusión en el siglo XXI, es si aplicarlas inmediatamente tras el nacimiento o unas horas después del parto.

El uso de la higa se mantiene entre la superstición y el adorno, dependiendo de la edad y del significado simbólico que se le asigne.  La venta de higas de azabache es elevado en Santiago de Compostela (España), porque desde antiguo fueron los símbolos protectores para el regreso a casa de los peregrinos. Curiosamente el azabache utilizado procedía de Asturias, donde se encuentran unas de las minas de azabache más importantes de Europa.


Foto, Francisco Rodríguez Pérez