El mundo en un tomate
En nuestro huerto, como en nuestra sociedad actual, existen muchas sensibilidades, conciencias, opiniones… queremos ser un huerto diverso en todos los ámbitos. Por ejemplo, estamos aprendiendo a respetar a personas con opciones sexuales diferentes.
También tenemos personas de muchísimas nacionalidades, como francesa, peruana, iraní, rumana, serbia, marroquí… La integración en casi todos los casos ha sido fácil, ya que casi todos tenemos la misma cultura occidental y muchos hablamos el mismo idioma.
Pero la asignatura pendiente es la comunidad china, que ya forman un grupo importante pero que el ideario comunitario resulta, contrariamente a los podríamos pensar, más complicado interiorizarlo.
Para algunas de estas personas, el idioma es la gran barrera, ya que el chino y el castellano no se parecen en nada. Sin embargo, el huerto ofrece una oportunidad de relación para aquellas personas que realmente quieren relacionarse. Se dan algunas situaciones esperanzadoras como la ocurrida con una mujer china, que sólo habla un dialecto de Qingtian, y que ayuda a una joven a adecentar su bancal. O el caso de otra mujer china, de edad avanzada, que colabora en el compost manejando con soltura las herramientas de cribado. Esta mujer mostraba su agradecimiento dando abrazos, a falta de palabras con las que pudiera expresarse.
Estos son algunos momentos que demuestran, que, aunque sea un camino difícil, es posible la relación con gente muy diferente.
Igual todavía estamos un poco verdes, pero seguiremos trabajando para un huerto sin fronteras de ninguna clase.