Ancianidad y pobreza.
La pobreza ligada a desigualdad de género es un grave obstáculo para el desarrollo humano. Antes de la regulación de las pensiones agrarias en los años sesenta, en la España rural ser mujer y anciana extremaba el riesgo de ser pobre.
En 2015, ser viuda en España con pensión mínima (más baja para las menores de 60 años) aumenta también el riesgo de pobreza y dificulta comprar medicamentos caros, especialmente para enfermedades crónicas.
A nivel mundial, las mujeres constituyen todavía el 70% de los mil millones de personas que viven en pobreza extrema y el 60% de los trabajadores pobres. La brecha salarial favorable a los hombres es variable entre países, oscilando entre el 20 y el 40%, pero ha aumentado con la crisis económica.