Un edificio que costó construir
El proyecto de construcción de la futura Casa de Salud de Santa Cristina y Escuela Especial de Matronas se encargó al arquitecto Luis de Landecho y Jordán de Urríes (1852-1941). Dicho proyecto fue de tal envergadura, que el dinero recaudado para la construcción del edificio se agotó y las obras quedaron paralizadas a finales de 1906. A la Junta de Damas no le quedó más remedio que solicitar la ayuda del Estado. A partir de 1908, los presupuestos generales del Estado incluyeron una subvención anual de unas 100.000 pesetas para la terminación del edificio. La construcción fue avanzando lentamente gracias a estas cantidades, que seguían siendo insuficientes.
Dado que una de las funciones fundamentales del centro sería la formación de las matronas, la solución que se encontró para poder terminar el edificio fue realizar una donación al Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes.
El 12 de junio de 1916, Casilda de Salabert (duquesa de Santa Mauro), en nombre de la reina y de la Junta de Damas firmó ante notario dicha donación, que tenía ciertas condiciones. Entre ellas, una fundamental: la constitución de un Patronato, cuya Junta sería la que tomaría todas las decisiones relativas al funcionamiento de la institución, como la propuesta de nombramiento de director y resto del personal facultativo, que sería refrendada por el Ministerio.
La regencia de la Casa de Salud de Santa Cristina se otorgaba a la Congregación de las Hermanas de la Caridad, que no solo se ocuparían de correcto funcionamiento de los diferentes servicios auxiliares (cocinas, lavadero, consultas, etc.) sino que también supervisarían el comportamiento moral de las alumnas de la carrera de matrona que se formasen en la institución. En 1918, el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes aprobó un presupuesto de ejecución material de 843.660,92 pesetas destinado a la finalización definitiva de las obras. No obstante, todavía hubo que invertir otras 220.259,14 pesetas en 1924 para poder finalizarlas.