Diciembre 2018
¿Pueden las ONGD contribuir a la implementación de los ODS en Africa subsahriana?
Propuestos por Naciones Unidas (NNUU) para afrontar el quindenio actual (2015-2030), los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) enmarcan un nuevo modelo cuyo paradigma de sostenibilidad integra definitivamente el desarrollo político, económico, social y ambiental. Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que precedieron a los ODS, ya empezaron a conectar con esta idea, y, aunque fueron considerados por muchos un fracaso —sobre todo en el caso de regiones como África Subsahariana o América Latina, donde los avances fueron muy escasos— sentaron las bases para este nuevo camino.
En este proceso, el rol del sector privado (aquel que incluye todo tipo de organizaciones con capital independiente al de los Estados) está cobrando una especial importancia debido a su capacidad de cambio. Uno de los puntos más criticados de los ODM fue el rol secundario que este sector representó, no siendo debidamente incluido ni implicado en el programa. Bajo las nuevas pautas marcadas por los ODS, actores que hasta ahora fueron secundarios —como empresas privadas u organizaciones no gubernamentales para el desarrollo (ONGD), cuyas importantes actividades no estaban hasta ahora en la línea de la sostenibilidad— están llamados a asumir un peso importante en la ambiciosa, compleja y multifacética lucha por cumplir con los ODS en el plazo establecido, al menos sobre el papel.
Uganda, país en el cual los ODM no pudieron ser alcanzados, y en el que el número de ONGD ha crecido de 200 a 12.500 en los últimos 35 años, puede ser tomada como un buen ejemplo para intentar contestar a la pregunta que nos planteamos en esta esta Pieza del mes, ¿son las ONGD una solución viable para implementar los ODS en África? Su gobierno ha mostrado una clara voluntad política respecto al cumplimiento de la Agenda de Desarrollo Sostenible, siendo uno de los países desarrollados que ha tomado la delantera de cara a la adopción de los ODS, sometiendo sus planes de desarrollo a su implementación. Sin embargo, hasta ahora, el gobierno no ha plasmado en la práctica ese compromiso político y otros actores han tenido que entrar en escena.
La función de ONGD como Adelante África en el proceso de implementación de los ODS parece aún no estar del todo clara. Muchas ONGD siguen sin estar realmente alineadas con la ruta marcada por los ODS. Resulta evidente que, con un marco tan amplio, las ONGD van a impulsar muchos de los Objetivos planteados. Sin embargo, debido a la todavía deficiente conexión con el modus operandi que propone NNUU, estos actores corren el peligro de seguir llevando a cabo sus propios proyectos de desarrollo al margen de lo propuesto, con el riesgo de no cumplir con uno de los pilares fundamentales de este nuevo modelo, el de la sostenibilidad, con especial foco hacia la preservación del medio ambiente y sus recursos.
Las razones de esta desconexión son muchas y varían de organización en organización. Sin embargo, todas ellas se encuentran con un mismo escollo, que quizás sea una consecuencia intrínseca del propio planteamiento de los ODS: ¿es realmente posible un desarrollo que fomente el progreso económico y permita alcanzar un estado del bienestar tal y como se conoce en los países desarrollados siendo a la vez sostenible y respetando el medio ambiente? La realidad (al menos en el territorio ugandés que conozco) es que lo imperante siempre ha sido, es y será el desarrollo a toda costa, ya que la situación de las personas que allí viven es en muchos casos desesperada y sin alternativas reales a corto plazo. Esto deriva también de la falta convencimiento o concienciación que tienen las comunidades sobre la necesidad de un desarrollo realmente sostenible. Aunque las ONGD operan con cantidades económicas muy limitadas, ofrecen no obstante importantes resultados inmediatos en la mayoría de los casos en cuestiones puras de desarrollo y tienen sin duda un gran potencial en impulsar y convencer del concepto que proponen los ODS si se les da la oportunidad.
¿Cuál es por tanto el camino a seguir? Las ONGD son, en muchos casos, conscientes del problema de la sostenibilidad, pero muchas veces se ven solas y sin apoyo. A la dificultad que ya plantea el propio concepto del desarrollo sostenible, que propone a ciertos países de altos ingresos como referentes, que todavía tienen huellas ecológicas muy por encima de lo que les correspondería, se le suma la necesidad de una reflexión sobre que papel quiere otorgar la Agenda 2030 al sector privado y, concretamente, a este tipo de organizaciones. Las ONGD son quizás la sección más predispuesta a impulsar este nuevo modelo, pero necesitan cuanto menos la puesta a disposición de los conocimientos que instancias tan grandes como NNUU pueden ofrecer.
Para llegar a una mayor implicación de las ONGD en el camino propuesto por la Agenda 2030 debe haber un mayor número de vías activas de comunicación que permitan que se trabaje conjuntamente entre aquellas organizaciones que ya están sobre el terreno y NNUU. Solo así se puede lograr una verdadera colaboración real y la acogida e implementación de la idea del desarrollo sostenible por parte de estas entidades. Las ONGD ya han demostrado que pueden tener un gran impacto en la mejora de la vida de un gran número de personas que si no quedarían desprotegidas. Por lo tanto, invertir recursos en este tipo de colaboraciones tiene un gran potencial para impulsar el cambio de paradigma hacia un desarrollo sostenible y no debe quedar desatendido.
Gonzalo Miguel Gómez Lezcano se graduó en Biología por la Universidad Autónoma de Madrid en 2016 y cursó estudios de posgrado en la Universidad de Warwick (Reino Unido), donde realizó su Trabajo de Fin de Master, Analysis of the role of an NGO in the implementation of Sustainable Development Goals (SDSs) in sub-Saharan Africa —a case study in rural Uganda, analizando la implementación de los ODS por parte de la ONGD española Adelante África, con la que ha colaborado en Uganda. Adelante África desarrolla desde 2009 múltiples proyectos en una zona rural del Noroeste de Uganda y ha conseguido tener un gran impacto en el desarrollo rural local, sobre todo en los alrededores del pueblo de Igayaza, en el distrito de Kakumiro, beneficiando año tras año a ya casi 6.000 familias. El compromiso del gobierno de Uganda con la implementación de los ODS puede valorare en el informe Review report on Uganda’s readiness for implementation of the 2030 Agenda (2016).