Septiembre 2024
Mariscadas neandertales
En los estudios de evolución humana, como en tantas otras facetas del mundo en que vivimos, el aforismo «los viejos roqueros nunca mueren» suele cumplirse, sobre todo cuando de desbancar paradigmas científicos se trata.
La explotación de los recursos marinos ha sido un tradicionalmente contencioso campo de batalla por diversas razones. En primer lugar, los vestigios de dichas actividades suelen acumularse en depósitos costeros. Por ello, a los numerosos factores que contribuyen a destruir un yacimiento, debemos aquí añadir el papel de las fluctuaciones operadas en el nivel del mar. Dicho nivel desciende en épocas frías, cuando ingentes cantidades de agua se acumulan en glaciares y casquetes polares, ascendiendo en momentos cálidos, cuando, como ocurre actualmente, el hielo se derrite. Esta circunstancia resulta en este caso desafortunada dado que, durante gran parte de los últimos dos millones de años del Pleistoceno, momento clave en la evolución humana, las glaciaciones hicieron descender el nivel del mar incluso por debajo de los 120 metros del nivel actual. Los yacimientos costeros de esos pulsos fríos fueron engullidos por el mar a medida que subió la temperatura, lo cual implica los últimos 10.000 años del Holoceno, periodo interglaciar en el que nos encontramos. Aunque existen otros problemas específicos que dificultan el estudio de estos restos, como puede ser la con frecuencia pequeña talla de los huesos de peces y piezas de invertebrados marinos, este más bajo nivel del mar es el principal problema al estudiar el origen y evolución de la pesca y el marisqueo. Encontrar yacimientos con evidencias significativas de estas actividades se convierte entonces en una suerte de lotería.
Este deficiente registro, que sólo aparece mejor caracterizado en las últimas etapas de la prehistoria, ha generado un paradigma según el cual, pesca y marisqueo son incorporaciones recientes al repertorio de estrategias de subsistencia de los homininos (primates bípedos de nuestro linaje) que sólo nuestra especie, Homo sapiens, fue capaz de desarrollar. El principal corolario que de dicho paradigma se deriva es considerar la pesca y el marisqueo como actividades sofisticadas, que requieren una capacidad cognitiva sólo al alcance de la más inteligente de las especies humanas.
Pero, al igual que ocurre con la lotería, de vez en cuando cae el gordo. Y así, desde hace casi 30 años, el registro de una serie de cuevas sudafricanas situadas en la costa del océano Índico, viene suministrando evidencias inequívocas de un aprovechamiento sistemático de los recursos marinos por parte de Homo sapiens arcaicos con aproximadamente 160.000 años de antigüedad. En los últimos años, a esas evidencias se han podido añadir algunas otras en Asia y la Península Ibérica. El caso más destacado en este último territorio es el de Cueva Bajondillo (Torremolinos, España). Actualmente situada a unos 200 metros de la costa mediterránea, escapó de los estragos causados por la subida del nivel del mar por su situación en un promontorio rocoso, y ofrece una oportunidad única para documentar el uso de los recursos marinos a lo largo del tiempo con sus ocupaciones por parte de los denominados «humanos modernos» (u Homo sapiens) en el Paleolítico Superior y los neandertales en el Paleolítico Medio.
Las excavaciones en Cueva Bajondillo revelaron miles de fragmentos de conchas marinas en los niveles del Paleolítico Medio, el más antiguo de los cuales ha sido fechado con seguridad en la Etapa Isotópica Marina número 6 (es decir, hace unos 160.000 años). Los estudios tafonómicos revelaron que esas conchas en su mayoría mejillones—habían sido rotas de manera estereotipada y muchas de ellas presentaban termoalteraciones (quemaduras) en su cara externa. Estas y otras evidencias señalan a los humanos como acumuladores de los ricos y diversificados depósitos de moluscos.
Dado que los humanos modernos no están documentados en Europa hasta hace 40.000 años, los homininos que generaron estos niveles en Cueva Bajondillo, como los de las cuevas de Gibraltar por esas fechas, eran neandertales (Homo neanderthalensis). El hecho de que los datos de Cueva Bajondillo sean, a todos los efectos, sincrónicos con los registrados a miles de kilómetros en humanos modernos sudafricanos (Pinnacle Point, 164.000 años) nos indica que la coincidencia temporal representa un claro caso de convergencia conductual entre dos distintas especies de homininos, abriendo la puerta a otras especies homininas a incorporarse al «club de los mariscadores».
Los hallazgos de Cueva Bajondillo cuestionan, por tanto, la hipótesis de que la expansión del nicho alimentario marino constituyese una adaptación singular de los humanos modernos, así como el reflejo de un cambio trascendental en las capacidades cognitivas sólo acontecido en nuestra especie. Igualmente cuestionan estos hallazgos la hipótesis de que es la adaptación costera de los humanos modernos la que desencadenó su expansión fuera de África. De hecho, la contracción de las poblaciones de neandertales después de esta documentación temprana de su adaptación a la costa cuestiona las expectativas del modelo de expansión territorial propuesto para los humanos modernos. Parafraseando lo indicado en uno de nuestros artículos, terminaremos concluyendo que los datos recopilados hasta la fecha sobre la explotación de recursos marinos «refuerzan nuestra sospecha de que la adaptación costera, por importante que haya sido a nivel local para poblaciones específicas (de homínidos y no sólo de los humanos modernos), puede ser otro fenómeno sobrevalorado en la larga lista de comportamientos que durante mucho tiempo se han considerado representativos de la modernidad».
Arturo Morales Muñiz es catedrático emérito de Zoología en el Departamento de Biología de la Universidad Autónoma de Madrid. Antiguo secretario general del ICAZ (Consejo internacional de Arqueozoología) y director de la revista Archaeofauna, actualmente centra su investigación en el estudio de los restos de peces arqueológicos.
Para saber más
Cortés-Sánchez M, Morales-Muñiz A, Simón-Vallejo MD, Lozano-Francisco MC, Vera-Peláez JL, Finlayson C, et al. 2011. Earliest Known Use of Marine Resources by Neanderthals. PLoS ONE 6 (9): e24026.
Cortés-Sánchez M, Jiménez-Espejo F, Vera Peláez JL, Lozano Francisco MC, Morales-Muñiz A. 2019. Shellfish collection on the westernmost Mediterranean, Bajondillo cave (~160-35 cal kyr BP): A case of behavioral convergence? Quaternary Science Reviews, 217: 284-296
Marean, C. 2010. Pinnacle Point Cave 13B (Western Cape Province, South Africa) in context: The Cape Floral kingdom, shellfish, and modern human origins. Journal of Human Evolution, 59 (3-4): 425-443.
Morales-Muñiz A, Cortés-Sánchez M, Jiménez-Espejo FJ. 2011. 160,000 years ago Neanderthals gathered and consumed marine resources. Science News (A).