Enero 2023

El valor social y ecológico de la trashumancia y la ganadería extensiva frente al cambio global

Los ecosistemas pastoreados presentan un gran valor ecológico, a pesar de haberse considerado, durante gran parte del último siglo y medio, estados menos deseables que los forestales. El auge de los modelos de sucesión ecológica lineales, que proponían estados climácicos deterministas y predecibles, tuvo una enorme influencia en los ámbitos académico y de gestión del territorio, y su influencia es aún muy palpable en el sesgo hacia lo «forestal» en el conjunto de la sociedad. Hoy, sin embargo, disponemos de evidencias que señalan con claridad que los paisajes del Pleistoceno eran más complejos, con un gran protagonismo de los hábitats abiertos, y que en ellos los herbívoros silvestres jugaban un papel decisivo. Esta interpretación sería, además, más compatible con los modelos modernos de estados estables alternativos, que generan mucho más consenso científico que los modelos de sucesión lineal.

La generalización de ambientes muy forestados es problemática, dado que implica importantes pérdidas de biodiversidad, especialmente de aquellas especies intolerantes a la sombra o dependientes de espacios abiertos, así como un incremento del papel del fuego como regulador principal de la biomasa de los ecosistemas. Por el contrario, los paisajes con un adecuado régimen de herbivoría son más heterogéneos, presentan más diversidad de especies, disponen de más mecanismos de dispersión de semillas, están más conectados debido a los movimientos de los rebaños, mejoran el reciclado de nutrientes en los suelos, regulan la biomasa y el albedo, permiten la supervivencia de carroñeros y otras especies dependientes de una densidades mínimas de ungulados y, en definitiva, suponen estados ecológicos mucha más resilientes que las arboledas continuas. A diferencia de lo que se sostiene a menudo, las emisiones de metano por parte de los rumiantes no juegan un papel relevante en el incremento de gases invernadero en la atmósfera, proceso cuya causa fundamental es la quema de combustibles fósiles. Las emisiones de los herbívoros domésticos en régimen extensivo forman parte del ciclo natural del carbono, y serían muy semejantes a las que se producirían en ausencia de estos animales, si bien estarían canalizadas a través de otros organismos. Los ecosistemas pastoreados, por otro lado, concentran el secuestro de carbono en el interior del suelo, un reservorio más seguro que la biomasa aérea, más susceptible a la oxidación rápida a través de incendios o descomponedores.

Determinados paisajes culturales con presencia de herbívoros domésticos, con gran protagonismo a partir del Neolítico, podrían representar, en realidad, estados ecológicos más completos y deseables que las arboledas continuas. En este sentido, los regímenes ganaderos más beneficiosos para la biodiversidad, más sostenibles y más acoplados a la estacionalidad y a las tensiones climáticas son aquellos que incluyen en su manejo los movimientos nómadas y trashumantes. Así, la trashumancia es una práctica ganadera tradicional que consiste en el desplazamiento estacional del ganado entre zonas altas o de mayor latitud, destinadas a pastos de verano, y zonas bajas o de menor latitud, en las que el ganado pasa el invierno, siguiendo rutas regulares establecidas.

En España, las vías pecuarias, (conocidas coloquialmente como «cañadas») son las rutas tradicionales usadas por rebaños de ganado en sus movimientos estacionales en busca de los pastos más productivos. Las vías pecuarias ejercen un importante efecto ecológico a diferentes escalas espaciales. Debido al pastoreo tradicional y protección del pasto contra el arado durante siglos, las vías pecuarias combinan los pastizales con parches de vegetación leñosa, setos, y otros tipos de vegetación asociados a estructuras antiguas como los muros de piedra. A nivel del paisaje, las vías pecuarias aumentan significativamente la heterogeneidad del hábitat, con efectos de borde muy marcados, hasta el punto de que en matrices agrícolas y forestales se comportan como hotspot de biodiversidad. A escalas mayores, los rebaños trashumantes dispersan semillas a lo largo de varios cientos de kilómetros, desempeñando un papel importante en la conexión de las poblaciones de plantas, y asegurando el mantenimiento de especies locales. Asimismo, las vías pecuarias también han demostrado su papel en el mantenimiento de otras funciones y servicios de los ecosistemas, entre ellos la conectividad, la fertilidad del suelo, el control de la erosión, la polinización y los servicios culturales.

El papel ecológico de las vías pecuarias está estrechamente vinculado al mantenimiento de los movimientos de ganado. Desafortunadamente, el abandono progresivo de la trashumancia ha fomentado las invasiones de las vías pecuarias por cultivos, infraestructuras construidas por el ser humano y otros usos agresivos como el ocio motorizado. Estos impulsores están amenazando el rol relevante de las vías pecuarias como corredores ecológicos: la fragmentación del paisaje y el aislamiento de los espacios de Red Natura 2000 debido al desarrollo de la agricultura intensiva, la expansión urbana y la Infraestructura Gris como ferrocarriles y carreteras, ha sido reconocida como un problema importante para la conservación en Europa.

En este contexto, se ha propuesto como una cuestión de conservación crítica la reconexión de los espacios Red Natura 2000 mediante Infraestructura Verde. La restauración de las vías pecuarias degradadas y la protección de las que permanecen funcionales pueden verse como una excelente estrategia para promover dichas infraestructuras verdes. España es un caso particularmente favorable en este sentido, debido a su extensa red de vías pecuarias (aproximadamente 125,000 km que cubren 421,000ha, casi el 1% del área del país), que se encuentra legalmente protegido desde el año 1995 por la Ley de Vías Pecuarias 3/1995. Además, España sufre fenómenos intensos de cambio en el uso del suelo y fragmentación del hábitat, lo que hace crítica la implementación de una red de infraestructuras verdes para integrar funcionalmente los fragmentos de paisaje y, a escalas más grandes, volver a conectar áreas bien conservadas, como los espacios Red Natura 2000.

Para responder a esta cuestión, en el año 2019 iniciamos el proyecto LIFE CAÑADAS, cuyo principal objetivo es mejorar el papel de la red española de vías pecuarias como Infraestructura Verde que proporciona conectividad entre espacios de la Red Natura 2000, mediante la mejora de su estado de conservación y sus servicios de los ecosistemas asociados, restaurando su multifuncionalidad y asegurando su adecuada y sostenible gestión.

 

Violeta Hevia, Francisco M. Azcárate y José A. González son investigadores en el proyecto LIFE CAÑADAS del Departamento de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid. Los tres autores participaron en la sesión del 21 de diciembre de 2022 de las jornadas Pastoras y pastores, ganados y paisajes: soluciones ancestrales para recuperar el futuro, organizadas en el campus de Cantoblanco a lo largo del mes diciembre por la Asociación para el Estudio de la Ecología Humana, la Oficina de Sostenibilidad de la UAM y la Facultad de Ciencias de la UAM. Los materiales de esta actividad están disponibles en IX Jornadas Científicas de la AEEH.

La fotografía que ilustra esta Pieza del mes ha sido realizada por Alberto Saiz, y se obtuvo durante la trashumancia organizada en primavera del año 2021 en la Comunidad de Madrid por el equipo del proyecto LIFE CAÑADAS, en colaboración con la Asociación Trashumancia y Naturaleza y Raúl Serrano.