Abril 2024

1842: Mortalidad e inmigración en la Barcelona industrial

 

«Cuando veais un sombrío barrio donde los proletarios pululan, observaréis también inmensidad de criaturas demacradas que nunca pasan de la infancia.»
Laureà Figuerola (1849)

 

El proceso de industrialización afectó la evolución de la población de Barcelona: las condiciones de vida y salubridad, así como la inmigración, determinaron su crecimiento como ciudad. La población no tenía posibilidad de crecimiento sin la inmigración y el aumento de habitantes necesario para el desarrollo industrial contribuía al hacinamiento en una ciudad amurallada, con unos límites territoriales limitados, bajo un férreo control militar. Los beneficios para la salud de la población que produciría la desaparición de las murallas fueron expuestos por el higienista Pere Felip Monlau (1808-1871). Pero el inicio de su demolición se demoró hasta 1854 y posteriormente se planificó el Eixample (Ensanche) por el urbanista Ildefons Cerdà (1815-1876).

El año 1842 es el primero del que se tienen los datos de los tres hechos vitales (nacimientos, matrimonios y defunciones) del Registro Civil de la ciudad, conservados en el Arxiu Municipal Contemporani, que permiten conocer la actuación de las variables biosociales en la evolución de la población.

En 1842 Barcelona tenía 121.815 habitantes, según la obra estadística de Pascual Madoz (1806-1870), que aumentarían hasta 183.787 en el primer censo oficial de 1857. Pero en 1842 el número de defunciones superó al de nacimientos y este hecho se mantuvo durante el período de la industrialización.

Analizando los resultados de 1842 se comprueba el mayor número de nacimientos de niños sobre el de niñas y que el 8,8% de los nacimientos tuvieron lugar fuera del matrimonio. También se evidencia la estacionalidad (mayor frecuencia en invierno y primavera) y el patrón horario natural de los partos, con mayor frecuencia en la madrugada y menor en la tarde, en ausencia de la intervención clínica en el embarazo.  

En los matrimonios se observa que la edad media en años cumplidos era relativamente elevada para la época (26,6 años en solteros, 23,9 en solteras), pudiendo condicionar el número final de hijos de la mujer. En los inmigrantes la edad al matrimonio era mayor que en los autóctonos.

El 23% de las defunciones era de niños y niñas que no habían llegado al año de vida, y en el 46,7% de estos casos se trataba de hijos naturales. De todas las defunciones registradas, las de los menores de cinco años son el 42,5%, y solo el 14,5% de los difuntos tenían más de 65 años, reflejando las pésimas condiciones de vida de la población.

También había significativas diferencias sociales, ya que en barrios más pobres como el Raval las defunciones de menores de 10 años son el 48% de las totales, mientras que en el barrio Gótico son del 39,7%. Descontando los difuntos antes de los 10 años, la edad media de defunción según la profesión también presentaba grandes diferencias: 54 años en propietarios y profesionales, 44 años en jornaleros y tejedores.

Las condiciones de vida se reflejan en las causas de defunción, que actúan de manera diversa según la edad. En Barcelona en 1842 destacan las enfermedades infecciosas (el 57% de todas las defunciones), sobre todo las transmisibles por aire. La gran mortalidad de los niños fue a causa de las infecciosas (92,7%), mientras que estas solo causaron el 22,8% de las muertes a partir de los 50 años. La salubridad de la ciudad era pésima y las condiciones de vida condicionaban la baja supervivencia de niños y niñas. Monlau señalaba que la población vivía en condiciones poco higiénicas, y el hacinamiento junto con una alimentación deficiente y de poca calidad, los horarios laborales prolongados, el trabajo infantil, el menor salario femenino y los accidentes laborales, determinaban la elevada mortalidad. El economista y político Laureà Figuerola (1816-1903) escribía taxativamente: «las condiciones higiénicas de Barcelona conspiran a la estinción de la vida».

Con una mortalidad que superaba la natalidad, la única posibilidad de crecimiento demográfico de la población era la inmigración. Los datos de 1842 describen claramente la situación: considerando el origen de los cónyuges y el de los padres y abuelos en los nacimientos, así como el de los padres de los difuntos, en todos los casos el origen barcelonés es inferior a la mitad. Solo en el caso del lugar de nacimiento de los difuntos se acerca al 60% debido al gran número de niños y niñas nacidos en Barcelona que morían antes de cumplir los 10 años.

El origen de la población barcelonesa con presencia en las estadísticas vitales de 1842 es el de una mayoría con orígenes foráneos. Solo el 9,5% de los nacimientos tenían los cuatro abuelos barceloneses, y solo una tercera parte de los hombres que se casaron en ese año habían nacido en Barcelona. La endogamia matrimonial barcelonesa se dio en solo del 18,6% de los matrimonios de 1842, y la inmigración efectiva a la ciudad alcanzó el 62,2%. La mayoría de los inmigrantes procedían de la provincia o del resto de Cataluña; aún no era importante el efecto de las migraciones a larga distancia en Barcelona. 

El análisis de los datos de los hechos vitales del año 1842 en Barcelona ha permitido cuantificar la mortalidad y la inmigración como factores biosociales determinantes de la evolución biodemográfica de la ciudad en el siglo XIX, que en aquel año hubo de sufrir además el bombardeo ordenado por el regente Espartero para apagar las revueltas de la población. El crecimiento demográfico de Barcelona que se produjo durante el desarrollo del Estado liberal refleja la profunda desigualdad en la población y cómo el acceso al agua potable, la alimentación, las características de las viviendas y las condiciones laborales, incidieron en la mortalidad y determinaron la necesidad de la inmigración. 

 

Miquel Hernández Martínez es profesor e investigador jubilado de Antropología Biológica del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la Universidad de Barcelona.

 

Para saber más:

Brotons R. 2008. La ciutat captiva. Barcelona 1714-1860. Barcelona: Ed. Albertí. 

Figuerola L. 1849. Estadística de Barcelona en 1849. Barcelona: Imprenta de Tomás Gorchs (Reimpresión: A. Costas (ed.), Altafulla, Barcelona, 1993).

Hernández M, Benítez A, Sayago L, Sin R. 2018. La inmigración en Barcelona en la época de la industrialización: las estadísticas vitales del año 1842. En A. Malgosa y M.P. Aluja (eds.): Actas del XX Congreso de la SEAF, pp. 178-192. Universitat Autònoma de Barcelona.

López Guallar P. 1995. La demografia barcelonina entre el 1833 i el 1865. En Història de Barcelona, Vol. 6: La ciutat industrial (ed. J. Sobrequés), pp. 95-118. Barcelona: Ajuntament de Barcelona, Enciclopèdia Catalana.

Monlau PF. 1847. Elementos de higiene pública. Barcelona: Imprenta de D. Pablo Riera.