Daimiel (Ciudad Real), un temprano registro de la hora del parto
I.Ritmos de vida y muerte en un pueblo de la Sierra
El parto humano es el proceso que mejor expresa la identidad biocultural de nuestra especie. Siendo la reproducción un fenómeno biológico, en nuestra especie se expresa a través de la diversidad cultural de los grupos humanos con un objetivo compartido: asegurar la supervivencia de la madre y su bebé. Con tal fin conservamos un patrón ancestral de inicio del parto predominantemente nocturno.
Inicialmente insectívoros nocturnos, hace cincuenta millones de años los primates adoptamos un patrón de actividad diurno y una dieta frugívora, lo que impulsó el crecimiento del cerebro y la compleja socialización que nos caracteriza. El patrón de actividad determina la hora del parto, de tal manera que los primates paren mayoritariamente de noche, lo que otorga a la madre la tranquilidad de dar a luz, limpiar a su cría e iniciar la lactancia sin la presión de la depredación o tener que desplazarse.
Desde hace al menos 1,5 millones de años, con la plena ocupación de la sabana por nuestros ancestros Homo, mantener el parto nocturno fue vital. El bipedalismo redujo el canal del parto y la gestación de fetos con cerebros cada vez mayores hizo que el parto fuera más complejo y prolongado. Este enfoque evolutivo resalta la importancia de respetar las condiciones y el ritmo del parto humano para garantizar el bienestar materno-fetal.
Aunque hay pocos datos sobre la hora del parto antes de su medicalización, registros de instituciones occidentales del siglo XIX(como la Casa de Maternidad de Madrid) indican un claro predominio nocturno, asociado a partos más cortos y de menor riesgo. La serie de 2.754 nacimientos ocurridos en la localidad española de Daimiel (Ciudad Real) entre 1839 y 1850 lo confirma. En los registros parroquiales de bautismo, como el que ilustra esta entrada, la hora del nacimiento se anotaba de una a 12, identificándose como de la «mañana» o de la «noche» (la norma previa al establecimiento de una hora oficial en España, en 1901), calculada gracias a algún reloj de sol. La distribución de los registros muestra un predominio de partos que finalizan de noche o a primera hora de la mañana.
La luz regula el ciclo circadiano del parto mediante la melatonina. La mayoría de los mecanismos fisiológicos implicados, incluidas las contracciones uterinas, se intensifican de noche. Así, el patrón circadiano de los nacimientos puede apreciarse más claramente al comparar su distribución horaria en torno a los solsticios de verano e invierno: en invierno, con noches más largas, los partos se concentran de madrugada y en la mañana; en verano, con noches cortas, empiezan más tarde y se retrasan hasta media mañana.
Datos actuales del Hospital La Paz de Madrid que estamos analizando muestran un patrón circadiano de la rotura espontánea de la bolsa amniótica aún más marcado que el del parto. Es lógico: el parto depende de factores como la paridad o posibles complicaciones. Las madres primíparas presentan partos más complejos y prolongados que las multíparas, siendo la velocidad de dilatación tres veces menor en las primeras. [Carlos Varea y Lara Carasa.]