Cuidados que valían 50 reales
II.De la Inclusa a Sotillo de la Adrada
Si bien no faltan esposas de jornaleros entre los solicitantes de expósitos, predominan los labradores, es decir, gente del campo pobre, pero que no ocupaba el escalón más bajo en la jerarquía social y que estaba necesitada de dinero para mantener a flote su pequeña empresa. Los 50 reales que se pagan para el cuidado de Juan Bautista importaban en la economía hogareña de Paula Martín, su esposo Pascual Guerra y los cinco hijos que seguían vivos cuando se hicieron cargo del expósito.
¿Solían cumplir las nodrizas rurales? ¿Cuidaban bien a los niños de la Inclusa? La variedad de casos es grande y hay testimonios tanto de descuido y crueldad como de ternura y atenciones dados a un crío que acabó formando parte de la familia y del pueblo. Donde el expósito ocupaba el lugar de un hijo difunto y no contaba y competía con hermanos de leche, probablemente se procuraba más su bienestar que en otra casa con muchos niños y poco pan. La Junta de Señoras intentó implantar medidas de control, enviando a celadoras a cargo de la institución. Algunos párrocos y alcaldes facilitaban informes sobre si el niño seguía vivo, si conservaba el collar puesto en la Inclusa y si estaba bien alimentado. En todo caso, los peligros de muerte para un niño en su primera edad fueron muchos, y el calor, las aguas podridas, las diarreas y fiebres del verano se ensañaban con todos los pequeños, ya locales, ya foráneos.
Los números de incluseros muertos espantan, pero igual puede espantar la mortalidad infantil en general. Nos hemos olvidado de que es este el rasgo que más distingue nuestra vida en Occidente de tiempos pasados no tan lejanos: la España del xix era un mundo alegre, lleno de niños; y era un mundo aterrador al mismo tiempo, porque la mitad de ellos solo iba a dejar recuerdos de esa su primera y única edad de la vida. (Valga ilustrar lo dicho con un dato del libro Madrid en la Mano, publicado en 1850 por Pedro Felipe Monlau y Roca, p. 68: en el Madrid de 1849 vivían 41.000 niños de menos de seis años, mientras que el grupo de personas entre 60 y 80 años de edad solo contaba 9.583 personas.)
En cuanto a un niño al cuidado de la Inclusa, sus posibilidades de salir adelante eran mayores en un pueblo de la sierra que si permanecía dentro de la institución en régimen interno. [Wolfram Aichinger y Lisa Heilig.]