Octubre 2025
2005. Oukaimeden en el momento de la apertura de su ’agdal’ (comunal pastoril) a principios de agosto, Alto Atlas, Marruecos. Fotografía de Thomas de Franchis © Thomas de Franchis
Comunales pastoriles para la sostenibilidad global
Hay una fuerte y creciente concienciación científica y política de que los «comunales» pueden ser un régimen positivo en cuanto a la conservación medioambiental, el bienestar de las poblaciones locales y la sostenibilidad global, que también se suelen llamar Áreas Conservados por Pueblos Indígenas y Comunidades Locales (o ICCA por sus siglas en inglés) bajo el paraguas de las principales agencias internacionales de medioambiente y desarrollo (como CBD, IUCN, UNEP y UNDP). Tanto es así que estas organizaciones internacionales están defendiendo crecientemente la promoción y protección de estos sistemas. De hecho, el estudio A global spatial analysis. The estimated extent of territories and areas conserved by Indigenous peoples and local communities del prestigioso Consorcio ICA, el Programa para el Medio Ambiente de Naciones Unidas y el Centro de Seguimiento de Conservación Mundial estima que más de la quinta parte de la superficie terrestre de la tierra está cubierta por comunales a día de hoy, mientras que la World Wildlife Fund (WWF), en otro estudio, eleva la cifra hasta un 32% de la superficie terrestre, que al mismo tiempo se solaparía con más del 20% de las Áreas Claves para la Biodiversidad del planeta.
Tomando en cuenta este contexto, una de las formas más paradigmáticas de la gobernanza comunal de recursos naturales es el pastoreo, normalmente sostenido por normas de acceso colectivo y gestión comunal de las zonas de pasto. Se calcula que la forma de vida pastoril se practica por millones de familias en el mundo, con una estimación de entre 150 y 500 millones de personas, mientras que más del 50% de la superficie de la Tierra está vinculada a pastizales y a esta forma de vida, incluyendo ecosistemas tan diversos como desiertos fríos y secos, estepas, matorrales, sábanas, praderas florecientes, pastos de montaña, bosques, deltas y otros humedales.
En este sentido, es importante subrayar que, debido a su importancia global, las Naciones Unidas han declarado el año 2026 como Año Internacional de los Pastizales y los Pastores y, a su vez, la UNESCO ha declarado que la trashumancia —el movimiento de rebaños entre pastizales complementarios (normalmente entre tierras altas y bajas pero no solo) gestionado colectivamente por diferentes pastores usando diferentes trashumancias de ganado— es Patrimonio Inmaterial Cultural de la Humanidad.
Por lo tanto, ambos sistemas juntos (es decir, «comunales pastoriles») conllevan un valor doblemente importante para la conservación de la biodiversidad y otros servicios ecosistémicos claves, junto con a numerosos valores sociales, un único patrimonio cultural, un gran potencial agroeconómico, legitimidades legales, viabilidad política y sostenibilidad global (como señalamos, por ejemplo, en nuestro trabajo publicado en COSUST).
Los comunales pastoriles son un sujeto a la vez natural y cultural. Son pastos en evolución constante, coproducidos y conservados por comunidades locales a través de sistemas de gobernanza dinámicos y adaptivos, en los que los comuneros y comuneras (titulares de derechos de la comunidad) deciden entre ellos las normas de acceso y uso de los territorios y ecosistemas de las cuales dependen su existencia y la de sus familias. Son sistemas que han evolucionado generación tras generación, a través de procesos centenarios de ensayo y error, y que nos han llegado a nosotros demostrando per se su profunda sostenibilidad y resiliencia.
En términos estrictamente agronómicos, los comunales pastoriles suponen asambleas de ganaderos en las cuales, tras debatir y negociar, se impone una limitación total o parcial de acceso a un área de pasto o recurso por un periodo de tiempo determinado. Por ejemplo, en muchas zonas de montaña en latitudes templadas, esta limitación del acceso puede darse en primavera, dando descanso a la vegetación en un periodo especialmente sensible y protegiendo el momento de crecimiento exponencial más importante de las plantas, de floración y producción de semillas. Así, aseguran la renovación anual del ecosistema pastoril y su uso sostenido año tras año. A su vez, se maximiza la producción de forraje que contribuye a una mayor biomasa, lo que resulta en una cubierta vegetal más densa y mejor conservada que en zonas de acceso abierto que no se gestionan comunalmente o en zonas de agricultura intensiva.
Además, esto favorece suelos orgánicos gruesos, lo que permite almacenar altos niveles de carbono contra el cambio climático, siendo a la vez sumideros de carbono muy estables, ya que el carbono está enterrado bajo tierra y no puede escapar a la atmósfera a causa de incendios, talas o la explotación de turberas. Más allá de este sinfín de servicios al ecosistema, los comunales pastoriles favorecen las reservas para conservar y difundir semillas, la retención del agua y una diversidad de paisajes por el uso diversificado del terreno —la apertura o cierre del acceso a los comunales en diferentes periodos del año— que diversifica en sí mismo las tres dimensiones de la biodiversidad, es decir, a nivel intraespecífico, interespecífico y de hábitat.
Por todas estas razones, es muy importante que el patrimonio cultural de los comunales pastoriles —extendido por todo el mundo— se tenga en cuenta cada vez más, particularmente en Europa. El sistema entero del comunal pastoril es un ejemplo paradigmático del patrimonio cultural material e inmaterial, relacionado estrechamente con los ecosistemas, donde el conocimiento tradicional ecológico de culturas milenarias, la experiencia en la negociación y el convivir de las comunidades pastoriles para mantener sistemas resilientes a lo largo del tiempo, el cuidado entre seres humanos y entre seres humanos y otros seres vivos, y el sistema de creencias y símbolos, están todos ellos vinculados a una diversidad biológica y ecológica que es única, y que no existiría sin el patrimonio inmaterial cultural de los comunales que la preservan. De hecho, las comunidades que gobiernan sus tierras colectivamente suelen tener una identidad cultural fuerte, y son las primeras que se interesan por su sostenibilidad, ya que su supervivencia depende de la conservación de estos ecosistemas a los que están profundamente vinculados.
Sin embargo, hay escasa investigación empírica y sistemática que identifique comparativa y holísticamente los múltiples valores de los comunales pastoriles para desvelar tendencias e informar mejor a los decidores políticos sobre los pros y los contras de tales sistemas a nivel social y medioambiental. Y esto es especialmente patente en Europa, donde en 2013, el Eurostat (oficina oficial de estadística pública de la UE) determinó que más de un 7% de su zona de uso agrícola es terreno comunal (más de nueve millones de hectáreas), mientras que no hay ni una sola mención de los comunales ni en la Política Común Agraria en curso (2023-2027) ni en el Pacto Verde de la UE ni en las Estrategias de Biodiversidad y de la Granja a la Mesa Europeas; incluso a nivel investigación, Europa está mal provista.
Reclamamos que la «realidad invisible» de los comunales no puede ser ignorada más, y menos aún en Europa teniendo en cuenta los nuevos objetivos agromedioambientales de la UE para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas, y el potencial de los comunales para alcanzar estos objetivos.
Pablo Domínguez, antropólogo medioambiental del CNRS francés, en la actualidad miembro del Laboratorio de Eco-Antropología del Museo del Hombre de Paris, centra su investigación en sistemas agro-silvo-pastoriles y en los comunales rurales / gobernanza sostenible y comunal de los recursos naturales (ver ICCAs-territories of life), sobre todo en los territorios de pasto de las montañas mediterráneas como elemento clave para la sostenibilidad global, la inclusividad política, el potencial agro-económico y el patrimonio cultural. Sobre este tema, Pablo Domínguez coordinó en 2021 la Exposición temporal en el Museo Virtual de Ecología Humana Territorios de vida en el filo. Comunales pastoriles de las montañas del Mediterráneo en el siglo XXI