Abril 2018

Urbanismo, arquitectura y naturaleza en la UAM: representando un entorno privilegiado

El patrimonio artístico de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) cuenta con una de las obras más representativa de la firma madrileña de cerámica Alfaraz, un trabajo singular de labor genuinamente artística que fue integrado en nuestra arquitectura para engalanar un espacio tan representativo como el vestíbulo principal del antiguo Edificio de Rectorado (actualmente Pabellón A). Un excelente mural cerámico de 2,67 m. de alto y 3,56 m. de ancho que diseñó y firmó el arquitecto Miguel Durán-Loriga en 1971.

Se trata de una interpretación muy personal de lo que hoy se denomina “casco antiguo” del Campus de Cantoblanco (donde se ubica la UAM), un espacio geográfico periférico, ordenado por las vías de circulación, los bloques arquitectónicos y el paisaje, que es percibido por el espectador como si lo hiciera desde una de las cotas más altas del terreno, la carretera sobre la vertiente norte que conduce a las poblaciones próximas de Alcobendas y San Sebastián de los Reyes.

El mural cerámico en relieve está constituido por un número considerable de piezas de formas, dimensiones y volúmenes diferentes, realizadas mediante un proceso artesanal que hace de ellas figuras exclusivas. El autor utilizó para la ocasión su estilo plástico más característico, subrayado por la gramática personal de las formas, la vivacidad de los colores y el rasgo particular de su dibujo. En la composición predominan los trazos geométricos simples, esquemáticos y repetitivos; con líneas, círculos, espirales, triangulaciones, cubos, cilindros, rectángulos, escuadras, cartabones y otras formas en su versión más matemática. Con ellos, representó el grupo central de Facultades y otros edificios singulares del momento, como el Rectorado, el Instituto de Ciencias de la Educación, la Biblioteca y la Central térmica (en su parte superior), los Comedores y el Polideportivo (en el margen derecho), así como los campos de deporte junto a otras posibles construcciones (en el espacio inferior).

Ligada a las figuraciones arquitectónicas, aparece la exuberante naturaleza de manera sobresaliente, expresada en el paisaje y la jardinería, con multitud de detalles que simulan el arbolado, los recortes de seto y las zonas de pradera. Elementos que advierten de la pretendida simbiosis entre la población universitaria y el espacio natural, el cuidado del medio ambiente como pauta de calidad para el estudio, el trabajo y las relaciones humanas, y la alianza entre la organización social y el ecosistema.

Aunque parezca que todo está simbolizado de manera bidimensional, muy pintura todavía, es un engaño que acaba desvaneciéndose al aproximarnos al mural: cuando la superficie se alza, emerge hacia fuera y reivindica la tridimensionalidad de las formas. Ya no es pintura, ante todo, ni cerámica considerada como elemento auxiliar popular. Es un logro diferente en el que la labor del pintor y el artista-ceramista resultan difíciles de separar. Unas formas en volumen que el creador reforzó mediante el uso del color aplicado a mano para agudizar el claroscuro y contrastar las partes: naranjas, azules cobalto, grises, amarillos y verdes en ocasiones casi en estado puro; y en otras partes en sus diferentes gradaciones e intensidades, empleados siempre con poco enturbiamiento voluntario.

 

José Antonio Sebastián Maestre, Doctor en Historia del Arte por la UAM, autor de La presencia de lo moderno en el patrimonio artístico de la UAM, editada por esta institución con motivo de su cincuenta aniversario