Noviembre 2017
El mundo en una imagen
Cada imagen, además de la intencionalidad del fotógrafo, retiene momentos de la vida en ambientes concretos y proporciona pinceladas sobre aspectos bioculturales y ambientales difícilmente separables: especie, edad, sexo; identidad y determinantes sociales, económicos y de género; factores climáticos, conjuntos de la biodiversidad, nutrición, etc.
La niña de la imagen fue fotografiada en el verano de 1926 en Val de San Lorenzo (León, España), durante la estancia de prácticas artísticas que realizaron allí estudiantes de la Escuela de Cerámica de la Moncloa (Madrid). La precariedad de la vida había determinado un descenso continuado de la población en este pueblo a lo largo del siglo XX, continuado hasta el presente: 1.700 habitantes en 1900, 1.400 en 1926, 529 en la actualidad. Cuando se tomó la foto, la población estaba muy feminizada por la migración selectiva de los hombres a América, mientras que estos eran mayoritarios en los asentamientos de destino, donde se agrupaban. Por ejemplo, el año en que fue tomada la foto, el Centro de Emigrantes Val de San Lorenzo de Buenos Aires tenía solo un 18% de mujeres entre sus miembros. Además de un fuerte carácter identitario, estas asociaciones y sus centros mantenían una estrecha solidaridad entre sus miembros a fin de ayudar a los que se encontraban en peores circunstancias.
La intención del fotógrafo (Aniceto García Villar) fue que las miradas se concentrasen en la belleza e intensa mirada de la propia niña mientras teje calcetines. Los bonitos pendientes tradicionales y el collar que lleva dan un toque identitario y apartan la atención de su deteriorado atuendo. Ciertamente, la camisa de diario (con pequeños rotos y un imperdible para compensar la pérdida de botones) evidencia una economía precaria, característica de la agricultura familiar de subsistencia en la que vivía. Su aspecto saludable sugiere sin embargo ausencia de limitaciones alimentarias agudas; pero ignoramos su edad, talla y peso, por lo que no podemos establecer de manera exacta su estado nutricional.
Su actividad tejiendo calcetines nos informa simultáneamente de tres aspectos complementarios: la gestión de la biodiversidad, el clima y las relaciones de género. Las niñas participaban tempranamente en tareas posproductivas derivadas de la gestión de la biodiversidad: hilaban lana de las ovejas familiares y tejían abrigados calcetines (sin coste monetario), que nos remiten a las características climáticas de la zona, de los fríos inviernos. La gestión de la biodiversidad tiene un claro componente de género, ya que son las niñas y las mujeres quienes realizan esas tareas productivas asociadas a la lana, combinadas y complementadas con otras realizadas por los hombres. El pastoreo de ovejas era tarea de niñas y niños, solo los hombres esquilaban y solo las mujeres hilaban manualmente y tejían calcetines y otras prendas, mientras que el hilado a mayor escala para otros usos textiles en el contexto familiar era indistintamente realizado por hombres y mujeres, muchas veces cuando estaban pastoreando el ganado.
Los habitantes del Val de San Lorenzo compartían esas circunstancias con otras poblaciones del entorno, pero además mantuvieron una industria textil artesanal basada en grupos familiares, la mayoría de cuyas actividades eran desarrolladas indistintamente por mujeres y hombres.
Cristina Bernis, Catedrática de Antropología Biológica, profesora honoraria del departamento de Biología de la Universidad Autónoma de Madrid, preside la Asociación para el Estudio de la Ecología Humana y es co-directora del Museo Virtual de Ecología Humana.