Julio-Agosto 2023

Franz Boas, la Antropología y el crecimiento humano

El estudio del crecimiento humano ha sido parte de la Antropología desde que se fundó la disciplina. La Antropología europea desde comienzos a mediados del siglo XIX era, básicamente, Anatomía y Antropometría, la ciencia de las medidas del cuerpo humano. Los pioneros de la Antropología americana, sobre todo Franz Boas (1858-1942), son conocidos tanto por sus estudios del crecimiento humano como por su trabajo en investigación cultural, la Arqueología o la Lingüística. Boas se interesó en especial por los cambios en la estatura y la forma corporal en emigrante llegados a EEUU desde Europa.

En la época de aquellos estudios, alrededor de 1910, la mayoría de los antropólogos y anatomistas pensaban que la estatura y otras dimensiones medibles del cuerpo como la forma de la cabeza podían usarse como marcadores «raciales», y entrecomillo la palabra «raciales» porque aquí se refiere a la desacreditada idea de que los seres humanos se pueden organizar en grupos biológicos separados basados en sus fenotipos (la apariencia física y el comportamiento de una persona). Según esta falaz idea, las «razas» del norte de Europa eran altas y tenían la cabeza relativamente alargada y estrecha, mientras que las razas del sur y el este del continente eran más bajas y tenían cráneos relativamente redondos. Boas descubrió que, generalmente, los hijos de inmigrantes italianos y de judíos del este de Europa eran significantemente más altos y más grandes que sus padres. Los hijos de inmigrantes hasta cambiaban la forma de sus cabezas: crecían con cabezas largas y estrechas. 

Según Boas, en el nuevo entorno de EEUU, los hijos de los recientes inmigrantes del sur de Europa crecían pareciéndose más a los europeos del norte que a sus propios padres. Boas utilizó los cambios de estura y forma corporal para argumentar que el entorno y la cultura son más importantes que los genes para determinar la apariencia física de las personas. Boas usó el concepto de plasticidad biológica, la sensibilidad del cuerpo a los cambios ambientales, para explicar los cambios de talla y forma.

En términos ecológicos, la vida en EEUU ofrecía mejor nutrición, tanto en cantidad como en variedad de comida. También había más oportunidades para acceder a la educación y a trabajos remunerados. Ahora sabemos que estos beneficios nutricionales y socioeconómicos se correlacionan con una estatura mayor. En lo que a cultura se refiere, sobre todo en relación a los métodos de criar a los niños y las niñas, hubo más cambios. En gran parte de Europa a los bebés les envolvían fuertemente y les ponían a dormir sobre sus espaldas, pero la costumbre americana a inicios del siglo era ponerlos de lado. Para ser «modernos», los padres inmigrantes europeos adoptaban esta práctica estadounidense. Un efecto en el bebé era un cambio en la forma del cráneo, ya que al aplicar presión sobre la parte posterior del cráneo la cabeza se redondea, mientras que aplicar presión sobre el lateral del cráneo determina una cabeza más alargada y estrecha. El efecto de la posición al dormir sobre la forma del cráneo fue demostrado en Europa en 1905 por el médico Gustav Adolph Walcher.

Hay un debate animado sobre la obra de Boas y sus colegas, pero todos estamos de acuerdo que interesarse en el crecimiento humano es natural para los antropólogos. Esto se debe a que la manera de crecer de un ser humano es el producto de la interacción entre la biología de nuestra especie, el entorno físico que habitamos y el entorno social-económico-político-emocional (SEPE, por sus siglas en inglés) que cada cultura humana crea. Además, el patrón básico de crecimiento humano es compartido por todos los seres humanos. Este patrón es el resultado de la historia evolutiva de entre siete y cuatro millones de años atrás de los homininos, los seres humanos actuales y nuestros ancestros fósiles bípedos. Por lo tanto, como concluyó Boas en su artículo The growth of children hace más de 130 años, el crecimiento y el desarrollo humano reflejan la naturaleza biocultural y la historia evolutiva de nuestra especie.

 

Barry Bogin es Catedrático Emérito de Antropología Biológica en la Escuela de Deporte, Ejercicio y Ciencias de la Salud de la Universidad de Loughborough (RU) y de la Cátedra William E. Stirton de Antropología de la Universidad de Michigan-Dearborn (EEUU), además de miembro del UCSD/Salk Center for Academic Research and Training in Anthropogeny de EEUU. En el Museo Virtual de Ecología Humana se puede visitar su Sala titulada «The Ages of Life» (incluida en el espacio expositivo Ciclo vital: expresión biológica, construcción cultural) y su anterior Pieza del mes, Ecología del miedo en Guatemala. La tercera edición de su libro Patterns of Human Growth (Cambridge University Press) se publicó en 2020.

 

Bibliografía 

Boas F. 1892. The growth of children. Science (New York, N.Y.), 20(516), 351–352.

Bogin B. 2020. Patterns of Human Growth (3rd ed.). Cambridge University Press. 

Bogin B. 2021. Social-Economic-Political-Emotional (SEPE) factors regulate human growth. Human Biology and Public Health, 1, 1–20. 

Bogin B, Loucky J. 1997. Plasticity, political economy, and physical growth status of Guatemala Maya children living in the United States. American Journal of Physical Anthropology, 102 (1), 17–32.

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Walcher G. 1905. Ueber die Entstehung von Brachy- und Dolichocephalie durch willkürliche Beinflussung des kindlichen Schadels. Zentralblatt Für Gynakologie, 29, 193–196.