Febrero 2022

Enrique ‘Jarito’, pastor de careo en la Tierra de Pinares segoviana

Jarito, Enrique Torrego Muñoz, ha sido pastor durante 60 años en la Tierra de Pinares segoviana (Navalmanzano). A los 10 años empezó con las ovejas de sus padres (a esa edad aparece en esta imagen), y hasta ahora, en que ha cumplido los 70. Es persona callada y reservada, no le gustan las entrevistas ni salir en las fotos ni en los medios, pero nos conoce bien y accede a que charlemos un rato de ovejas y plantas. Le haremos salir por un momento de su soledad y carácter reflexivo.

Representa a una generación de pastores de los de antes, de careo, de los que quedan muy pocos en la zona, unos siete u ocho nada más, «pero el oficio no se pierde». El pastoreo de careo es pastoreo en campo al aire libre, no estabulado, normalmente con perros que ayudan a que no se disperse el ganado. Su zona de campeo se denomina La Revilla, donde tiene la nave.  

Sabe todo de sus ovejas y las conoce muy bien, que son de «raza castellana», una oveja fina y muy resistente, la que siempre ha tenido él, «de toha la vida». Ovejas de mala lana, pero de buena carne, aunque caras de mantenimiento pues «comen mucho». Él hace todo, antes también las esquilaba, ahora viene una cuadrilla de Medina que va esquilando por los pueblos: «La lana no vale nada, nadie la quiere: ahí está criando ratas», y nos la enseña. 

Se podría jubilar ya, pero de momento continúa con el ganado, no vende las ovejas y sigue trabajándolo con la ayuda de un hermano, ya que «no sabría qué hacer y a qué dedicarse». Considera muy bueno su ganao. Tiene actualmente unas 450 ovejas y algunos carneros juntos. Los corderos van al matadero de Carbonero y se los compra el carnicero local, Abel. Son corderos de gran calidad; no se queja, «el precio este año ha estado bien». Las ovejas machorras (estériles) y las de desvieje se llevan al matadero de Segovia o al de Medina; la carne de oveja es buena, pero tiene un sabor muy fuerte, pero a algunos les gusta más que el cordero. La vida media de una oveja es de siete a ocho años; a partir de los 10 se consideran viejas. 

Jarito es pastor de careo. Saca sus ovejas, como dice él, 365 días al año («cuando salgo se me pasa todo»), solo todo el día por esos campos polvorientos. «En el campo unos días se da bien y otros mal», refiriéndose a los pastos y al estado de las ovejas, que cada día puede ser muy diferente. 

De las plantas y su valor nutritivo para las ovejas también tiene un buen conocimiento (Etnobotánica) y da gusto ir al campo con él y acompañarle con ellas. Conoce cada planta en cualquier momento del año. De las plantas cultivadas (cereal, puerro, cenoria —zanahoria—, remolacha, etc.), después de la recogida en los barbechos, todas le gustan. De las silvestres hablamos un rato largo en el paseo. Para los pastores de careo la identificación de las plantas está íntimamente unida a la época del año, siendo inseparables estos dos conceptos. Distinguen cuatro grupos: las de otoño-invierno, las de primavera, las de verano y las del tardío (finales del verano y/o principios del otoño). Toda planta está vinculada a su momento anual o fenológico, que bien conocen los pastores. Citemos algunas (sus nombres científicos se incluyen más abajo).

Las plantas de invierno son las del rebrote de otoño, y las comen bien las ovejas. Son las mismas que luego en primavera estarán en plenitud, pero que en esta época cumplen una importante función también. Nos enseña ahora brotando el vallico, el cadillo, el capillo, la margaza (también llamada amargaza o gamarza) y los garzapedos, que en otros pueblos llaman soníos

Las de primavera son muchísimas, sobre todo «las de prado», como él dice. El trébol es el mejor, pero hay muchas más: la amapola, el capillo y el junquillo también, son muy buenas, si bien el junquillo es «un poco fuerte» (alimenta poco). Si llueve van a plantas que cogen poca agua y que normalmente no comería salvo por necesidad, como el zamayo

En los barbechos de verano destacan especialmente el acejo, la enramadilla y la grama, que gustan mucho al ganado, les encantan. La grama y el vallico son de verano, pero en realidad las comen todo el año. El cadillo sin embargo sólo lo comen hasta que se seca y pincha, y se vuelve muy molesto; a esta planta también la llaman zaragüelles (Jarito pronuncia más bien zarabueyes) o espigajos, de «los que hay de varias clases».   

Las plantas del verano y del tardío son las que salen en las rastrojeras y quedan en los linderos y recejos, como la enramadilla o cordoncillo, las sangraeras, los lecheros, los ceñiglos y los albojos tiernos. Según deducimos de la conversación, las plantas más palatables y valoradas para el ganado son, en definitiva, el trébol, el vallico, el acejo y la enramadilla.  

Pocas plantas hacen daño a este ganado, son aquellas que cuando las comen «se implan» (hincharse gravemente por gases); por ejemplo, la uva de perro cagantino o el estranmonio (estramonio), que normalmente rechazan. Pero la enfermedad más terrible que el ganado coge es la mamitis, inflamación infecciosa de las ubres, que èl mismo trata con penicilina.  

Identificamos a continuación las especies vegetales silvestres citadas en el texto, cuyos nombres vernáculos están en cursiva. Es importante fijarse en estas denominaciones locales, por su originalidad, belleza y/o rareza en algunos casos. De todos estos nombres de plantas citados por Jarito, al menos 10 de ellos no han sido registrados hasta el momento, siendo inéditos, pertenecientes a la cultura oral local (consúltese la obra Nombres vulgares de las plantas en la Península Ibérica e Islas Baleares, Tesis Doctoral de Beatriz Teresa Álvarez Arias, de 2006): 

Acejo: Polygonum arenastrum y P. aviculare.
Albojos: Tribulus terrestres.
-Cadillo, zaragüelles, espigajos: Bromus diandrus, probablemente otros Bromus. similares y también Hordeum murinun y H. hystrix.
Capillo: Erodium cicutarium, Plantago coronopus.
Ceñiglos: Chenopodium album y seguramente otras especies del mismo género, Chenopodium sp.
Enramadilla, cordoncillo: Corrigiola telephiifolia y C. litoralis.
-Estranmonio: Datura stramonium (nombre reciente, antes no se conocía).
-Garzapedos o soníos: Senecio vulgaris.
-Grama: Cynodon dactylon.
-Junquillo: probablemente Schoenoplectus supinus (o Schenoplectiella supina) y/o Eleocharis palustris.
-Lecheros: Sonchus asper y S. oleraceus, y Lactuca serriola y L. viminea.
-Margaza, amargaza, gamarza: Anacyclus clavatus, Anthemis arvensis y Cladanthus mixtum.
Sangraeras: Digitaria sanguinalis.
-Trébol, trébol de prado: Trifolium pratense, T. repens y muy probablemente otros (en la zona hay más de 20 especies identificadas por Jaime Gila).
-Amapola: Papaver rhoeas.
Uva de perro cagantino: Solanum nigrum y S. physalifolium.
-Vallico o ballico: Lolium rigidum.
Zamayo: Corynephorus canescens.

 

José Emilio Blanco Castro, Doctor en Biología, es consultor ambiental especialista en Botánica y Etnobotánica, con 44 años de experiencia en dichos campos. Ha sido uno de los pioneros en la investigación etnobotánica en España y en la actualidad es profesor de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Europea de Madrid, en el Grado de Farmacia. Enrique de Frutos Pascual, Licenciado en Pedagogía, es profesor jubilado de EGB. Ha trabajado como maestro en centros penitenciarios y pedagogo terapeuta en institutos y colabora actualmente con CEAR (Confederación Española Ayuda a Refugiados), dando clase a niños y niñas, y organizando actividades y salidas medioambientales. Mantiene un fondo de fotos rurales antiguas para su catalogación.

La entrevista principal con Enrique Torrego Muñoz, Jarito, se realizó en enero 2022. Los autores agradecen su colaboración a Félix Santos, pastor de San Martín y Mudrián (Segovia), quien contrastó amablemente la información, y la revisión y comentarios del texto a Ignacio Abella, Beatriz Álvarez, Teresa Cantero y Jaime Gila.