Obituario, noviembre 2021

Emiliano Aguirre: una vida dedicada a la docencia y la investigación (1925-2021)

El día 11 de octubre de 2021 nos dejó nuestro querido profesor Emiliano Aguirre. Tenía 96 años y la mayoría de los jóvenes arqueólogos, geólogos y paleontólogos apenas sabían de él más que por sus escritos. Quienes tuvimos la suerte de conocerlo hemos de dar testimonio de su obra ejemplar. Emiliano Aguirre dedicó su vida al conocimiento y disfrutó de una intensa vida académica y científica. Aprendió y enseñó desde sus cátedras en la Universidad de Zaragoza y en la Universidad Complutense de Madrid, sin olvidar sus primeras clases de geología en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Madrid. Llegó a ser Profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científica y durante dos años dirigió el Museo de Ciencias Naturales de Madrid. En la mente de Emiliano Aguirre cabían conocimientos de teología, que aprendió cuando formó parte de la Compañía de Jesús, geología, ciencias naturales, filosofía, arqueología y paleontología.

Esa capacidad solo está al alcance de muy pocos. Ahora es ya frecuente y casi obligatorio para los estudiantes de doctorado viajar a otros países para adquirir formación. Pero en la década de 1970 era muy difícil salir de España, entre otras cosas porque no había ayudas económicas para realizar estancias de investigación. Emiliano estuvo en muchos países recogiendo información para su tesis doctoral en paleontología. Cuando le preguntaba donde había aprendido un inglés tan fluido me respondía que durante sus viajes. Así de sencillo. Conoció a científicos ilustres del ámbito de la paleontología y la evolución humana de varios países, aunque nunca presumía de ello. Tan solo contaba algunas historias de sus viajes a África para conocer yacimientos míticos, y sus conversaciones con personajes tan mediáticos como el matrimonio formado por Richard y Meave Leakey.

La figura de Emiliano Aguirre será estudiada por quienes se dedican a la historia de la ciencia. Pero sus publicaciones científicas y sus ensayos no transmitirán el calor de su tremenda humanidad y personalidad. Ante todo, Emiliano era una persona generosa, que lo daba todo por sus alumnos y alumnas. Como anécdota curiosa, mientras perteneció a la Compañía de Jesús unió en matrimonio a algunas parejas de su equipo. Su cercanía con los jóvenes era proverbial. Quería ser uno más del grupo de estudiantes a quienes dirigía la tesis o durante las campañas de excavación. No se sentía por encima de nosotros, simplemente por el hecho de saber tanto. Todo el mundo se acercaba a él con mucho respeto, pero sabía como limar las distancias para que fluyeran el conocimiento y la amistad.

Emiliano Aguirre tenía un genio endemoniado cuando le ponían a prueba las administraciones. Doy fe de ello y comparto su mal humor cuando hay que enfrentarse a un sin fin de papeleos para conseguir las pocas migajas que quedan para la ciencia. La burocracia es enemiga de la acción y del progreso. Emiliano tuvo que pelear para sacar adelante proyectos muy importantes, como el de los yacimientos de la Sierra de Atapuerca. Un puñado de jóvenes tuvimos la fortuna de acompañarle en este proyecto, hasta que en 1990 tuvo que retirarse por las normas que imperaban entonces. Pero no por ello dejó de trabajar, hasta que las fuerzas le fueron fallando. Nos ha dejado un científico ejemplar, un maestro de maestros y una persona que influyó en la vida profesional de muchas personas. Lo tendremos en nuestra memoria mientras vivamos. D.E.P.

 

José María Bermúdez de Castro es Coordinador del Programa de Paleobiología, CENIEH (Burgos) y Co-director del proyecto Atapuerca