Valorando la velocidad de crecimiento en restos fósiles

Valorando la velocidad de crecimiento en restos fósiles
1,5 m.a. Fotografía de la réplica del fósil KNM-ER 820 conservada en el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), atribuido a 'Homo habilis' y datado en aproximadamente 1,5 millones de años, en la que puede apreciarse que el primer molar permanente ya era funcional. Foto: José María Bermúdez de Castro © Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH)

Valorando la velocidad de crecimiento en restos fósiles

 En 1985, los investigadores Timoty Bromage y Christopher Dean publicaron un artículo en la revista Nature, en el que ofrecieron por primera vez los datos del contaje de perikimata en varios incisivos de homininos de los géneros Australopithecus, Paranthropus y Homo. De este último género, seleccionaron varios dientes actuales, que sirvieron de referencia en el estudio. Bromage y Dean también contaron con dientes atribuidos a la especie Homo habilis. En particular, estos investigadores contaron los perikimata del ejemplar fósil KNM-ER 820, datado en aproximadamente 1,5 millones de años. Con esos datos y la estimación del tiempo de formación de la raíz de su incisivo lateral izquierdo, Bromage y Dean concluyeron que la edad del individuo al que perteneció este fósil era de 5,3 años. En la imagen que acompaña al texto podemos ver que a esa edad el primer molar permanente ya era funcional, mientras que en la mayoría de los humanos actuales ese acontecimiento sucede poco después de los seis años.  Antes de ese estudio, la edad estimada para KNM-ER 820 era de 7,1 años.

Los resultados de esta investigación fueron muy claros. Los incisivos de los homininos extinguidos se formaban en un tiempo significativamente más corto que el de las poblaciones actuales. Los tiempos más breves correspondían a los incisivos de los parántropos, cuya corona se formaba en menos de la mitad de tiempo que la de un humano actual. Las conclusiones supusieron una revolución en el estudio de la paleobiología de nuestros ancestros. Por primera vez se proponía que los homininos del Plio-Pleistoceno tuvieron un período de crecimiento y desarrollo similar al de los actuales homínidos no humanos.

Tras este primer trabajo se abrió un intenso debate, en el que fundamentalmente se criticaba el método empleado. A la postre todos los expertos fueron asumiendo que las conclusiones de Bromage y Dean eran correctas. En la actualidad se admite que aquellas especies ancestrales carecían de las características que hacen único a nuestro desarrollo. Ni la niñez prolongada ni la adolescencia formaban parte de su ciclo vital. [José María Bermúdez de Castro]