Usos y excesos del matrimonio: María Manuela de Portugal
I Procreación
En el año 1543 se produjo el matrimonio del entonces príncipe Felipe, hijo del emperador Carlos V, y su prima hermana, por partida doble, María Manuela de Portugal, a la que se puede ver en este retrato de un año antes. Habían nacido ambos en 1527 y llegaban al matrimonio ya con dieciséis años, o a pocos meses de cumplirlos. Catalina de Austria, madre de la novia, y el emperador Carlos V, padre del novio, estuvieron enormemente pendientes de los aspectos más íntimos de este matrimonio.
Dada la importante posición que ambos tenían en la línea de sucesión a los tronos de Portugal y la Monarquía de España, era importante para ellos no solo que el joven matrimonio tuviese descendencia lo antes posible, sino también protegerlos a ellos, dentro de lo posible, de los riesgos y peligros asociados a un excesivo disfrute de actividades sexuales, y al complicado proceso de embarazo y parto. Por una parte, Carlos V tenía siempre en mente el peligroso ejemplo de su tío, el príncipe Juan, único hijo varón de los Reyes Católicos, que se pensaba que había muerto exhausto por haber hecho un «uso excesivo» del matrimonio con su joven esposa, Margarita de Austria. Por ello, aconsejó continuamente a su hijo que, dada su juventud, era necesario que cuidase su salud y no visitase a la princesa por la noche demasiado a menudo. Hasta tal punto llegó el miedo del emperador que dio instrucciones a Juan de Zúñiga, ayo del príncipe, para que separase a los cónyuges durante la noche, para que descansaran, orden que cumplió en varias ocasiones, incluyendo su noche de bodas. Por su parte, Catalina de Austria mantuvo una activa correspondencia con su hija, varias de sus damas y el embajador portugués en la corte, todavía itinerante, de su yerno. Así, por ejemplo, discutía la dieta de la princesa con su camarera mayor, Margarita de Mendoza, haciéndose eco de la idea de que la gordura y una ingesta excesiva de alimentos podía tener un efectivo negativo en la fertilidad de las mujeres. Asimismo, fue su embajador, Sarmiento, el que informó a la reina de que la princesa tenía la menstruación con regularidad, lo que se consideraba un buen augurio para su posterior fertilidad.
La reina realizó numerosas indicaciones a su hija respecto a su salud y a las medidas que debía tomar durante su embarazo, al mismo tiempo que expresó su rechazo a algunos métodos que querían ponerse en práctica en la corte castellana para fomentar la fertilidad de la pareja. Al final, María Manuela falleció en 1545, a los pocos días de dar a luz a su único hijo, el infante don Carlos. Acababa de cumplir 18 años. [Rocío Martínez]