Una monja que manda en el cuarto de parir: Mariana de Jesús e Inés de Ayala

Una monja que manda en el cuarto de parir: Mariana de Jesús e Inés de Ayala
1624. Máscara funeraria de la Beata Mariana de Jesús. Madrid (España), Convento de MM. Mercedarias de Don Juan de Alarcón. [Tomado de Curros y Ares, M.A., ‘Madres Mercedarias de Don Juan de Alarcón’, vol. II (Catálogo de Escultura), Madrid, Orden de Nuestra Señora de la Merced, 1988.]

Una monja que manda en el cuarto de parir: Mariana de Jesús e Inés de Ayala

IV El paso al mundo

 

En el Siglo de Oro el parto es asunto de mujeres mayores y también de mujeres de vida religiosa. Inés de Ayala (alrededor de 1590-1663), partera de dos reinas de España, aprendió el oficio de su propia madre. Ambas mujeres tuvieron estrecha amistad con Mariana de Jesús (1565-1624), hoy patrona de Madrid. Mariana fue monja mercedaria con gran reputación de santidad en el Madrid de Felipe III y Felipe IV. Este predicamento y popularidad, que perduraron tras su muerte, se debieron en buena parte al socorro y a la esperanza que llevó a los cuartos de parir, en aquellos partos difíciles en que no bastaban los «remedios humanos». Ahí la santa madre reza pora que Dios de buena guía a las parteras, coloca objetos sagrados —una reliquia, un rosario, …— en el vientre de la parturienta e incluso desautoriza el uso de remedios peligrosos. 

Este fue precisamente el caso cuando, una vez, los médicos pretendieron provocar la expulsión de un feto muerto mediante una poción que, según la religiosa, habría causado también la muerte de la madre. La propia comadre Inés de Ayala es atendida por la beata Mariana cuando se halla en peligro de muerte a resultas de un malparto. Inés, a su vez, estuvo presente en los partos de su hija y de sus nueras. En 1645, en una casa de la parroquia de San Justo y Pastor, administró el «agua de socorro» a su nieta Gerónima Francisca. Ya en 1638 había obtenido el puesto de comadre de la Corte. Estuvo primero al servicio de la reina Isabel de Borbón, unos diez años menor que ella, y después de Mariana de Austria, a la que llevaba 44 años. [Wolfram Aichinger]