Un rasgo ancestral primate: la temprana encefalización

Un rasgo ancestral primate: la temprana encefalización
2014. Vistas frontal (A), dorsal (B) y lateral (C) del cráneo de 'Rooneyia viejaensis' (TMM 40688-7). Fuente: Kirk et al. (2014), Fig. 1 © 'Elsevier Ltd.' (2014)

Un rasgo ancestral primate: la temprana encefalización

Que haya especies mamíferas no primates más encefalizadas que especies primates no contradice la afirmación de que el orden Primates se caracteriza por su máxima encefalización. La expresión correcta es que el tamaño cerebral relativo promedio de los primates es mayor que el del resto de órdenes mamíferos. Los primates tienen un EQ promedio de 2,54 (excluida nuestra especie), mientras que el valor promedio del cociente de encefalización para el resto de órdenes mamíferos es 1, lo que confirma que mientras la tendencia evolutiva de crecimiento en tamaño corporal fue general, la de encefalización —por ser tan costosa— fue muy limitada.

Los órdenes mamíferos con EQ por encima de 1 son además dispares en su caracterización: algunos previsibles, como Proboscidia (los elefantes, con 1,59) o Carnívora (con 1,22), pero también otros con muy pocas especies y de muy pequeño tamaño corporal, como Macroscelidea (las llamadas «musarañas elefantes», 1,14) y Scandentia (tupayas o «musarañas arborícolas», con 1,34), un orden muy próximo a los primates, como veremos. Siendo así, podemos completar la afirmación anterior señalando que los primates son el orden mamífero más diversificado ecológicamente —y con un rango razonable de diversificación en tamaño corporal— que puede caracterizarse en su conjunto por una elevada encefalización.

Esta caracterización común de los primates puede explicarse considerando que la encefalización fue un rasgo temprano de este orden mamífero (que más adelante asociaremos a su especialización visual). En comparación con especies fósiles mamíferas no primates del Eoceno (56-34 m.a.), los primates mostraban ya entonces grandes cerebros relativos. Buen ejemplo de ello es Rooneyia viejaensis, un primate basal —se debate si estrepisirrino o haplorrino— que vivió hace 37 m.a. en el hemisferio norte, descrito por John A. Wilson en 1966, y cuya imagen incluimos arriba. Con un cerebro de 7,23 c.c. (el de un tití común actual), Rooneyia viejaensis mostraba ya un gran tamaño cerebral en relación a su tamaño corporal (estimado entre 381 y 736 gramos), correspondiente a un EQ superior a 1, máximo entre los primates de ese período.

En la imagen puede apreciarse el desplazamiento de los ojos hacia una posición frontal, sobre una cara que empieza a emerger gracias a la reducción del hocico, resultado de la especialización visual en detrimento de la olfatoria (véase ¿Qué es ser primate?). Probablemente ya diurno, Rooneyia viejaensis representa así la pauta sostenida de encefalización que caracterizará a los posteriores linajes primates.

El desarrollo de la visión y la remodelación cráneo-facial, con la aparición de caras, abrieron además el camino a la capacidad de gesticulación facial, basada en el gran desarrollo muscular que resaltó Darwin. La comunicación visual entre los miembros del grupo y su identificación individual permitieron el estrechamiento de los vínculos sociales, tan desarrollados y complejos en los primates. [Carlos Varea]