El concierto de cencerros
Vale la pena señalar que los dueños de rebaños están constantemente informados de lo que sus animales están haciendo a través de la escucha del sonido de las campanas. Por ejemplo, en el caso de las vacas se distinguen al menos cuatro sonidos que se corresponden con cuatro momentos de la vida del animal: 1) cuando pasta la hierba (stà a pasce), 2) cuando camina (stà a cammenà passo passo), 3) cuando reposa moviendo las mandíbulas como rumiando (rimasceca) produciendo un leve tintineo, y 4) cuando escapa corriendo por miedo (va de curzo a tratturo).
Según los pastores, los animales entienden estos sonidos y con frecuencia se han servido de ellos para protegerse del ataque de lobos o perros. De hecho, un brusco cencerreo seguido de un mugido grave informa al resto de las vacas de que se está produciendo un ataque. En este caso, las vacas acuden al lugar y rodean al animal atacado protegiéndole y corneando al agresor. Durante los movimientos del ganado y, en particular durante la trashumancia, a algunas vacas se les coloca, la noche antes de la partida, un cencerro más grande con un sonido particularmente agradable. Se cree que este sonido trasmite alegría no sólo a los pastores sino también a los mismos animales que lo perciben como una señal de salida inminente. En la jerga de los pastores se dice que el animal «se despierta» («se reveglia») cuando se le coloca el cencerro; las vacas saben que su camino estacional está comenzando. Los cencerros se heredan de padres a hijos, y los más antiguos, heredados de varias generaciones, son considerados los más valiosos. Cuando muere el propietario de un rebaño o cuando se reparten los cencerros entre los hijos «se acaba la música del concierto paterno» («se sfascià gliù cunciérto de campane»). Esto animará a cada hijo a crear un nuevo concierto que, en muchos casos, tenderá a reproducir el del padre aunque inevitablemente se diferenciará de él.
Los pastores viven en un estado casi de dependencia sonora de los cencerros de su rebaño. De hecho, cuando un pastor por su avanzada edad, o por otros motivos, se ve obligado a abandonar el pastoreo, se habla de la nostalgia y la melancolía que les provoca la ausencia del sonido de los cencerros de sus animales