Sistemas socioecológicos y bienestar humano (I): paisajes culturales habitados y sanos…
Ante una estampa como la que nos presenta la ilustración es sencillo visualizar el concepto de Socioecosistema, entendido como simbiosis entre la especie humana organizada socialmente y el resto de componentes no humanos de la naturaleza. La imagen evoca una suerte de jardín del edén rural, a la manera del cuadro de El Bosco que se comenta en esta misma Exposición (El jardín de las delicias), donde se diría que los humanos custodiásemos con devoción la naturaleza y sus criaturas para que a cambio nos regalasen una multitud de maravillosos dones, imprescindibles para nuestra subsistencia y bienestar (servicios del ecosistema). Desde el alimento y el agua pasando por la contemplación y el recreo, hasta la evocación de los sentimientos más sublimes y artísticos que alimentan el espíritu humano. Una arcadia posible gracias a la capacidad de los ecosistemas sanos para regular los cambios y flujos de materia y energía dentro de rangos favorables para la vida (y en concreto la humana), generando servicios tan importantes como la fertilización del suelo, la depuración de las aguas, el control de las inundaciones, la polinización de los cultivos o el control biológico de especies (invasiones, plagas, infestaciones…), e incluso la regulación del clima a escala local y global.
Los bellos y apacibles paisajes que conforman el patrimonio natural y cultural de países mediterráneos como España nacen del acoplamiento entre las culturas que los habitan y la naturaleza que los acoge, y se materializan en ilimitadas versiones propias de cada latitud y localidad. Aunque, siendo realistas, no es probable que estos paisajes hayan sido nunca un paraíso a la manera bucólica de la obra maestra citada, pues a nadie se oculta que las aportaciones de la naturaleza al bienestar de la gente son fruto del duro y sacrificado trabajo de las comunidades campesinas por cultivarlos, en el sentido más amplio del término. Quizá se asemeje más a un amable purgatorio acorde con la ambivalencia de la naturaleza y la especie humana, donde los ecosistemas y la biodiversidad constituyen a la vez la materia sobre la que las culturas campesinas esculpieron sus paisajes y el capital natural sobre el que construyen su economía. Pero tan magnífico ejemplo de integración ente sociedad y naturaleza se encuentra hoy seriamente amenazado por el modelo imperante de Globalización mercantilista que lo acorrala entre el abandono rural y la intensificación urbana e industrial (véase informe Evaluación de los Ecosistemas del Milenio en España).
Solo allí donde prevalezca el buen juicio y la sobriedad en la gestión de los ecosistemas rurales será posible la sostenibilidad, y eso pasa por (re)construir un tesoro inmaterial de prácticas y conocimientos ecológicos locales que haga factible su multifuncionalidad. Solo si somos capaces de volver a fortalecer el bucle de interdependencia humanidad/ naturaleza mediante la restauración y buena gestión de los procesos socioecológicos del territorio, lograremos evitar el éxodo rural y el apocalipsis ecológico que retrata el genial artista flamenco.
Laboratorio de Socioecosistemas de las Universidad Autónoma de Madrid
[Más información sobre la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio en España (EME): http://www.ecomilenio.es.]