Sin electricidad, sin combustible para cocinar
Cuando Iraq invade Kuwait en los primeros días de agosto de 1990, la economía iraquí seguía sometida a los efectos de la prolongada contienda con Irán (1980/88): reducción del PIB y de las reservas nacionales, inflación y endeudamiento, ralentización del crecimiento en el sector industrial y austeridad presupuestaria.
La denominada «primera Guerra del Golfo» se inicia el 17 de enero de 1991 y tiene como único objetivo declarado liberar Kuwait de la ocupación iraquí. Sin embargo, la destrucción ocasionada por la intervención militar multinacional a la infraestructura civil y económica del conjunto del territorio iraquí es estimada por un informe de NNUU de 1991 en 22 mil millones de dólares. Esta destrucción injustificable se combinará con el régimen de sanciones para paralizar la actividad económica de Iraq y colapsar la vida cotidiana de su población durante 13 años, hasta la invasión de 2003.
Así, en 1990 Iraq contaba con 24 centrales eléctricas, que fueron sistemáticamente bombardeadas en las primeras horas de la Guerra del Golfo de 1991. En años posteriores, en las ciudades, incluida la capital, los cortes de luz oscilaban entre 10 y 16 horas al día; en el campo el suministro alcanzaba sólo de tres a seis horas. Asociado a ello, el sistema de tratamiento de aguas residuales dejaba de funcionar y la cadena del frío de vacunas o alimentos se rompía. En una país de extremas temperaturas durante el verano, el calor se tornaba insoportable sin sistema alguno de refrigeración, ni de las personas ni de los productos.